Los últimos datos oficiales publicados reflejan que más de 3 millones de personas en España (3.257.058 a 31 de diciembre de 2019) tienen reconocido un grado de discapacidad igual o superior al 33%. Además, y según la encuesta más reciente del INE “Discapacidad, autonomía personal y situaciones de dependencia”, 608.000 personas con discapacidad vivían solas. Estos y otros estudios desvelan una realidad social que exige respuestas de asistencia y soluciones domésticas para hacer más sencillo el día a día de este segmento de población. La domótica en los hogares es una de estas respuestas, sobre todo teniendo en cuenta que en 1 de cada 5 viviendas españolas reside una persona con algún tipo de discapacidad.
Se entiende por persona con discapacidad aquella que presenta deficiencias que impiden su participación en la sociedad en igualdad de condiciones. Estas deficiencias pueden ser físicas, mentales, intelectuales o sensoriales y presentarse en distintos grados en cuanto a su potencial limitador. La domótica aplicada a este colectivo está orientada a automatizar en casa ciertas tareas que aporten autonomía y seguridad a personas con discapacidad, con el objetivo final de mejorar su calidad de vida.
Los sistemas de domótica que debería incluir la vivienda de una persona con discapacidad o problemas de movilidad van desde aplicaciones móviles destinadas al control del hogar en remoto, como la puesta en marcha de electrodomésticos o la climatización, hasta aquellos relativos a la seguridad, como el control de los cerramientos o la detección de fugas de gas, agua y sobrecargas eléctricas para evitar accidentes domésticos. La mayor parte de estas soluciones son las mismas que se implementan en cualquier tipo de vivienda, solo que adaptadas a las personas con discapacidad.
Los asistentes como Alexa o Siri pueden servir también de gran ayuda a este colectivo no solo para realizar tareas relacionadas con el ocio, sino para encender luces o poner en marcha el horno con un simple comando de voz.
Otro elemento a tener en cuenta son los sensores volumétricos de movimiento, que pueden alertar de la presencia de intrusos, pero también permiten la activación de otros dispositivos al detectar la entrada de una persona en una estancia concreta.
El grado de personalización de toda la tecnología domótica es casi inagotable. Por ejemplo, una persona con visión reducida diseñará la domótica de su hogar apoyándose sobre todo en avisos acústicos, mientras que las personas con problemas de audición lo harán mediante señales de iluminación inteligente. Los dispensadores de medicamentos son otro de los grandes asistentes tecnológicos que se pueden instalar y programar a medida. Se trata de un instrumento muy útil para controlar la medicación en casos de personas mayores con deterioro cognitivo o personas con discapacidad intelectual.
En cuanto a las subvenciones para financiar este tipo de instalaciones, tanto el Gobierno central como las autoridades locales y autonómicas contemplan planes de ayuda que abarcan desde obras de acondicionamiento en viviendas de personas con movilidad reducida hasta la implementación de sistemas domóticos en los hogares.
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