Las cerraduras electrónicas o inteligentes son un elemento más de la domótica. Una pieza que se suma a la larga lista de tecnologías encaminadas a la automatización de las viviendas. En sí mismas, no son más que cerraduras analógicas que ofrecen la posibilidad de abrirse o cerrarse a través de medios digitales, como una App, una tarjeta, un código de acceso o un lector de huellas digitales. De hecho, hay diferentes tipos de cerradura electrónica según la tecnología que utilicen para su funcionamiento.
Las más sencillas son las que incorporan un teclado, de modo que solo hay que introducir un código numérico para desbloquear la puerta y poder acceder a la vivienda. Al ser más sencillas, la instalación es mucho más fácil que si optamos por otros dispositivos más conectados. Otra alternativa, más avanzada, son las cerraduras que funcionan por Bluetooth o las que usan la configuración del Wi-Fi: conectadas a través de la red doméstica, permiten controlar la cerradura de forma remota a través de una App móvil.
Para los más olvidadizos, las cerraduras de huella dactilar son una buena solución, ya que desbloquean la puerta utilizando un método biométrico de autenticación. Basta con poner el dedo para que el lector nos identifique y permita el acceso a la vivienda. Esto les da un “plus” de comodidad, a la vez que son muy seguras y fiables. Por último, otra configuración es la que utilizan las cerraduras RFID, basadas en radiofrecuencia.
Estos elementos son cada vez más comunes en las casas modernas y ofrecen una serie de ventajas frente a la cerradura “de toda la vida”.
La primera comodidad es que no hace falta llevar encima una llave física, aunque la mayoría de las cerraduras inteligentes conservan también la opción de apertura mecánica. Otro de los “pros” es que muchas de ellas permiten crear perfiles con códigos de acceso para personas concretas como miembros de la familia, invitados, etc., así como horarios concretos de apertura y cierre, especialmente prácticos para establecimientos de alojamiento turístico. Además, los accesos equipados con este tipo de cerraduras se pueden operar en remoto mediante aplicaciones móviles, con las que también se pueden monitorear las entradas y salidas, y verificar si la puerta está correctamente cerrada.
Existen cada vez más modelos de cerraduras inteligentes: con la variedad de la oferta y de los estilos, en la actualidad es fácil encontrar un modelo que coincida con la estética del hogar, evitando que el dispositivo llame excesivamente la atención. Además, son cada vez más resistentes al desgaste, de modo que con el mantenimiento adecuado, al estar fabricadas con materiales de alta calidad, puede prolongarse su vida útil durante años.
Como cualquier otro dispositivo de domótica, estas cerraduras también tienen desventajas. Una de las principales es la incertidumbre sobre la seguridad y la posibilidad de que otras personas puedan hackear el dispositivo y acceder a la vivienda. En el caso de las que usan teclado, conviene cambiar periódicamente el código para evitar el desgaste en los números más utilizados.
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