El aire interior puede ser de tan mala calidad para la salud como el aire exterior, sobre todo debido a los llamados compuestos orgánicos volátiles (COV). Estos compuestos de sustancias químicas tóxicas y dañinas, como acetaldehído y formaldehído, son liberados poco a poco por muebles, pinturas, barnices, productos de limpieza, desinfectantes, o durante la cocción de alimentos. Y, aunque existen en pequeñas concentraciones, pueden convertirse en un problema de salud si se inhalan continuamente en áreas con mala circulación de aire.
Tradicionalmente, para limpiar las toxinas del aire de las casas se utilizaban plantas. Sin ir más lejos, la NASA recomienda una serie de plantas que deberíamos tener en casa para disfrutar de un aire más puro: la palmera areca, el aloe vera, la planta serpiente (o lengua de suegra), la gerbera, la planta araña, el higo llorón y el crisantemo son algunas de ellas.
Pero ahora, existen en el mercado distintos purificadores de aire (que no es lo mismo que los humidificadores de siempre) capaces de mantener el aire de nuestros hogares más limpio y sano, aunque para ello necesitan carbón activado y filtros, que deben reemplazarse de vez en cuando.
Según sus creadores, la forma en la que actúa es la siguiente: el recubrimiento apunta a compuestos orgánicos volátiles, que representan la mayoría de los contaminantes transportados por el aire en interiores. Cuando el catalizador se activa por el calor de las lámparas que oscilan entre 100 °C y 160 °C, descompone los compuestos en una pequeña cantidad de dióxido de carbono y agua. El catalizador térmico recubierto en el interior de la pantalla de la lámpara no resulta dañado a menos que se retire deliberadamente y no quedan impurezas en la superficie del catalizador cuando todos los contaminantes objetivo se convierten al 100% en dióxido de carbono.
Aunque de momento solo se ha demostrado que esta tecnología funciona con bombillas halógenas e incandescentes, que son lámparas tradicionales que emiten mucho calor cuando se encienden y son menos eficientes energéticamente, los investigadores aseguran estar ampliando su estudio a las bombillas LED, que no generan altas temperaturas como lo hacen las lámparas tradicionales. Para ello, están buscando materiales que puedan activarse con longitudes de onda más altas de los LED.
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