Con el sistema de detección interior equipado en el nuevo coche eléctrico de Volvo, el EX90, la compañía se anticipa a una tecnología que pronto será obligatoria en Europa. Y es que el Programa Europeo de Evaluación de Automóviles Nuevos (EuroNCAP), advierte que los sistemas de monitorización del conductor van a ser tan necesarios como el cinturón de seguridad. Dentro del programa de Sistemas Avanzados de Asistencia al Conductor (ADAS) de la UE, con el que se impone desde el pasado 6 de julio un paquete de ayudas a la conducción como el regulador inteligente de velocidad, el control de crucero con reconocimiento de señales de tráfico o la caja negra, se van a sumar también sofisticados sistemas de rastreo ocular como la que ofrece ahora la marca sueca.
En este caso, el detector interior es capaz de valorar en tiempo real si el conductor presenta las condiciones óptimas para ponerse al volante. Para ello, el habitáculo cuenta con dos cámaras con las que el sistema de detección interior registra los patrones de mirada del conductor y capta indicios de riesgo. Estas mediciones se basan en el tiempo que el conductor mira la carretera, considerando además las variaciones naturales de los ojos para así interpretar si el nivel de concentración en la conducción es el adecuado.
Además de en las cámaras, el sistema de detección interior de este coche eléctrico también se apoya en los movimientos del volante. Así, si se detectan movimientos extraños que puedan indicar distracción, cansancio o incluso embriaguez, el vehículo pondrá en marcha sus protocolos de seguridad. Estos protocolos comienzan con una señal de advertencia que va incrementando de volumen hasta la posibilidad de tomar el control y detenerse de manera segura en el arcén y enviar señales al resto de conductores con las luces de emergencia. También, para casos extremos en que se hubiera podido producir una pérdida de conocimiento, el EX90 está diseñado para pedir ayuda a los servicios de emergencia.
Tecnologías como la que ofrece Volvo con el lanzamiento de este innovador SUV eléctrico las están adoptando y desarrollando también otros fabricantes como BMW y serán obligatorias para todos los vehículos que se vendan en la Unión Europea a partir de 2024. La base sobre la que se construyen todos los dispositivos destinados a la detección de fatiga es la instalación de cámaras en el interior del habitáculo orientadas hacia los rostros de los ocupantes, fundamentalmente del conductor, e incorporan sistemas de rastreo ocular y reconocimiento facial. En la mayoría de los casos, miden valores como la frecuencia del parpadeo o la inclinación de la cabeza y, los más sofisticados, utilizan sistemas de aprendizaje automático y visión computacional, creando perfiles diferentes para varios conductores que utilicen ese vehículo.
Además, el hecho de monitorizar no solo al conductor sino también al resto de ocupantes, puede ser muy útil en diferentes situaciones. Por ejemplo, si hay un bebé a bordo, un coche equipado con estos sistemas lo detectaría y avisaría en el caso de que se fuera a quedar solo en el interior por un despiste.
Aunque por el momento las cámaras son el principal instrumento para implementar esta tecnología, en un futuro no muy lejano se estudia la incorporación de otras herramientas, como sensores que puedan medir la sudoración o el audio interior. Una industria que evoluciona constantemente no sin los escollos legales relativos a garantizar la privacidad de las personas.
