No hay definición absoluta para el término educación, pero sí una esencia intrínseca. La educación significa el desarrollo integral de los individuos más allá de la preparación profesional. No solo debemos conocer las cosas, sino comprender su naturaleza y el mundo que las rodea. Bajo esta premisa, diversas instituciones educacionales han decido construir “desde 0” su plan de estudios para convertirse en colegios del futuro. En su mayoría, están basados en modelos educativos de éxito con el que pueden obtener resultados significativos.
En los últimos años, prácticamente todos los países de la UE han hecho un esfuerzo por adaptarse al marco europeo de educación superior con proyectos como el “Plan Bolonia” en las universidades españolas. Una iniciativa que produjo una adaptación y unificación de criterios educativos en todos los centros educativos, pero que diversos críticos alertaron de la mercantilización de la Universidad.
Antes de pasar por este proceso, distintas instituciones intentan perseverar la riqueza nacional en la educación y, con ello, conseguir que la ciudadanía no adquiera solo un crédito profesional a través de un título, sino que consiga formarse.
Los colegios del futuro comienzan a trabajar en metodologías de enseñanza que están cambiando los entornos educativos de todo el mundo. Entre los principales modelos destacan:
·Aprendizaje cooperativo: Con esta metodología, los alumnos y las alumnas que trabajen en grupos podrán mejorar la atención, implicación y adquisición de conocimientos. Asimismo, identificaran el rol que ejerce cada uno para alcanzar un objetivo común y, con ello, la realización con éxito de las tareas de cada uno.
·Gamificación: Actualmente, la gamificación ha llegado al mundo de las aplicaciones móviles con otros fines, pero si se implementa en la educación, ¿qué se lograría? Por el momento, diversos estudios han extraído como conclusión, que la interacción física con los juegos consigue trasmitir enseñanzas y conceptos complejos.
·Aprendizaje cíclico: Estas metodologías aplican en sus ejercicios un componente de indagación por parte de los alumnos. Con ella, se pone en práctica el método científico y las ventajas del desarrollo de un pensamiento crítico, mejores habilidades de resolución de problemas, motivación o capacidad de trasferir conocimientos.
·Pensamiento de diseño. Con este modelo de Design Thinking los miembros del aula se beneficiarán los unos de los otros de manera simbiótica. De este modo, cada uno identifica sus problemas individuales y, tras estas deducciones, traerán al aula ideas y metodologías para mejorar.
·No aprendas de mejoría, convierte la información en conocimiento. Con este tipo de educación, los alumnos y alumnas no memorizan la información, sino que la integran en su conocimiento. Es decir, aprenderán a contextualizar, analizar, relacionar y argumentar.
·Uso de rúbricas en el aula. Esta herramienta contribuye significativamente a la mejora del rendimiento de los alumnos, además de economizar tiempos. Existen diferentes tipos, pero cada vez es más frecuente su aplicación.
La educación de los hijos no termina en las escuelas sino en sus hogares, pero potenciarla fuera de ellos hará que se desarrolle positivamente el conocimiento por el mundo en general.