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A veces, cuando alguien pierde una mano, un dedo…, asegura seguir sintiendo hormigueo o cosquilleo en esa parte del cuerpo que ya no tiene, incluso dolor. Es como si siguiera estando ahí. Esa sensación táctil se llama “ilusión del tacto fantasma”, que no es un sentido más, puesto que no responde a un estímulo concreto, sino que responde a percepciones sensoriales. La causa de esta ilusión se cree que está relacionada con la plasticidad neuronal, es decir, con la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar en respuesta a la experiencia. Después de que una parte del cuerpo se pierde, el cerebro puede reorganizarse para compensar la pérdida, lo que puede dar lugar a la aparición de sensaciones táctiles fantasma en esa parte del cuerpo.
Una investigación reciente realizada por científicos de la Universidad de California en Berkeley encontró que el tacto fantasma puede estar causado por una red neuronal mal conectada en el cerebro. La investigación encontró que las personas con tacto fantasma tenían una mayor actividad en una red neuronal que controla la sensación táctil. Esta red neuronal también estaba mal conectada con otras partes del cerebro que controlan el movimiento y la sensación.
Otra investigación, realizada en la Universidad de Stanford, estudió si la realidad virtual puede ser un tratamiento eficaz para el tacto fantasma. El estudio encontró que las personas que interactuaron con programas de realidad virtual (VR) durante 30 minutos al día durante dos semanas experimentaron una reducción significativa en la gravedad de su tacto fantasma. Precisamente, la realidad virtual puede crear una experiencia en la que se simule la sensación de tener una parte del cuerpo que ya no está presente: esto puede ayudar a que las personas que experimentan la ilusión del tacto fantasma puedan olvidarse de su cuerpo físico y concentrarse en la experiencia virtual. De este modo, se reduciría su sensación de tacto fantasma. Utilizando la realidad virtual también se puede entrenar al cerebro para ignorar la sensación de tacto fantasma, mediante experiencias en las que se simule la sensación de tocar una parte del cuerpo que ya no está presente. A medida que la persona se acostumbra a la sensación de tocar la parte del cuerpo que ya no está presente, el cerebro puede aprender a ignorarla.
La transmisión de los sentidos a través de la realidad virtual tiene el potencial de transformar la forma en que interactuamos con el mundo que nos rodea. Así, por ejemplo, existen gadgets que utilizan sensores para detectar la posición de la mano y luego utilizan actuadores para crear una sensación de presión o vibración. Otros, a través de imágenes generadas por ordenador, crean la ilusión de que la persona está tocando un objeto.
También existen ya proyectos que están llevando los sentidos a la realidad virtual, tratando de que esa experiencia sea más realista e inmersiva: a medida que esta tecnología siga mejorando, es probable que veamos más aplicaciones de la VR en campos como la educación, el entretenimiento y la terapia. Así, se están desarrollando iniciativas para conseguir crear la ilusión del olor en el mundo virtual. En cuanto al oído, se busca una experiencia más envolvente a través de diferentes altavoces y auriculares. Para el gusto, se están utilizando píldoras o sprays que permitan trasladar la sensación de sabor al mundo virtual, lo que permitiría probar alimentos o bebidas digitalmente.
Para lograr estos avances intervienen tecnologías como la háptica, que utiliza vibraciones, presión y otros estímulos para crear una sensación táctil realista y llevarla a los guantes y otros controladores de realidad virtual; o la electroestimulación, que utiliza pulsos eléctricos para crear la ilusión de sentir diferentes sensaciones.
Con todo ello, se abre un futuro prometedor para los avances de la realidad virtual que, junto a la realidad aumentada y la realidad mixta, persiguen derribar las barreras entre dos mundos: el real y el digital.
© Imágenes: Shutterstock
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