El plástico de un solo uso tarda entre 100 y 1.000 años en degradarse totalmente. Y el peso total de residuos plásticos que producimos los humanos cada año asciende a 350 millones de toneladas. Estas cifras nos hacen ser cada vez más conscientes de la necesidad de encontrar alternativas válidas para la reducción de estos desechos plásticos.
Y esa solución, basada en las algas, es la que encontraron el español, Rodrigo García González y el francés, Pierre Paslier, tras graduarse en el Imperial College London en 2013. A estos estudiantes de Diseño de productos innovadores se les ocurrió crear envases que no fueran dañinos para el medio ambiente. Decidieron buscar materiales naturales y biodegradables, a diferencia de los plásticos de la industria petroquímica. Y después de probar diferentes plantas, encontraron extractos de algas que podían ser incluso comestibles.
Al fin y al cabo, este vegetal marino es una de nuestras mejores armas contra el cambio climático: reduce la acidificación de los océanos, absorbe carbono de manera efectiva y su uso se está extendiendo en diversos sectores, como el textil, que busca tejidos sostenibles y en la fibra de algas lo ha encontrado.
Rodrigo y Pierre comenzaron a desarrollar la idea de crear un packaging sostenible y crearon una startup en la que desarrollar un material a base de algas, 100% biodegradable y compostable, llamado Notpla (abreviatura de “no plástico”) para fabricar cápsulas que lucharan contra el plástico de un solo uso y lo reemplazaran.
El envase propuesto por Notpla, y bautizado con el nombre de Ooho, puede contener todo tipo de líquidos como agua, cócteles utilizables durante los festivales o bebidas energéticas para poder distribuir en carreras, maratones… y también alimentos. Tiene forma de burbuja comestible, del tamaño de un gran tomate cherry, y está hecho a partir de extractos de algas según un proceso mantenido en secreto. El fluido que se obtiene se asemeja notablemente al plástico sin sus inconvenientes. Sus creadores aseguran que, en boca, su textura se parece a un caramelo gelatinoso.
Este invento les ha valido ya varios reconocimientos; entre ellos, recibieron a finales de 2022, el premio Earthshot que premia las innovaciones ecológicas, otorgado por el propio Príncipe Guillermo de Inglaterra. La recompensa venía con una suma de un millón de libras para desarrollar el proyecto Notpla. Y gracias a ese “empujón”, se encuentran ya en plena expansión con más de 60 empleados y a punto de fabricar sus productos a escala industrial.
Notpla, que fabrica sus burbujas en un hangar cerca de Queen Elizabeth Olympic Park de Londres, ya abastece por ejemplo al gigante del sector Just Eat en Reino Unido y en otros cinco países europeos. Y allí están ya desarrollando nuevos productos, siempre a base de algas. Entre otros, por ejemplo, un revestimiento biodegradable para cajas de comida para llevar, que sirve para proteger el embalaje de grasas o alimentos líquidos, o unos envases transparentes para productos secos, como la pasta.
Las algas, asegura Pierre Paslier, “tienen activos increíbles, crecen muy rápido, algunas de las algas que usamos en nuestros laboratorios crecen casi un metro por día. No hay necesidad de ninguna actividad humana para cultivaras, ni de agregarlas agua potable o fertilizantes. Las algas están ahí desde hace miles de millones de años. Dondequiera que vaya a parar nuestro envase, la naturaleza sabe muy bien cómo deconstruir y reutilizar estos materiales sin generar contaminación. Y se renuevan casi infinitamente”.
Por ahora, los productos de Notpla siguen siendo más caros que los de plástico, pero a medida que se produzcan a gran escala, el sobrecoste se va reduciendo.
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