Aprovechar las infraestructuras para generar energías limpias a través de tecnologías renovables como las placas fotovoltaicas es un reto en constante evolución que, además de mejorar la eficiencia de dichas infraestructuras, ahorra espacio destinado a parques eólicos y solares, pudiendo ser liberado para otros usos.
Uno de los estados más comprometidos con el medio ambiente y con más tradición ecológica es Países Bajos. Allí se lleva fomentando el uso de la bicicleta desde hace décadas y más del 63% de la población la usa a diario como medio de transporte, con recompensas gubernamentales de 0,23 euros por kilómetro pedaleado. De hecho, en Países Bajos hay más bicicletas que ciudadanos. Además, de un total de 140.000 km de carreteras, alrededor de 35.000 están destinados al uso de la bici.
Coherentes con esa política de sostenibilidad, las autoridades neerlandesas han comenzado a construir un carril bici solar con unos 600 paneles fotovoltaicos integrados en el pavimento a lo largo de aproximadamente 500 metros. Este tramo se sitúa en la carretera provincial N285, entre la A16 y Wagenberg, en Bravante Septentrional. Se trata de la primera fase de un proyecto más ambicioso, con otros tramos diseñados para desplegar por la N395 y por la N324, cerca de Oirschot y Grave respectivamente, aunque se espera que estas instalaciones se amplíen a otros muchos puntos de la red viaria.
En realidad, el proyecto en curso es un segundo intento de fusionar carriles bici y paneles solares que emprende Países Bajos. El primero se remonta a 2015, año en que se inauguró SolarRoad, un tramo desplegado en la localidad de Krommenie que combinaba una vía reservada a las bicis con módulos solares integrados en el hormigón. Para protegerse, los módulos de pavimento estaban recubiertos por una doble capa de vidrio templado de un centímetro de grosor. El elevado coste de la inversión, en torno a los 3 millones de euros por cada 70 metros de carril, sumado a ciertos problemas de resistencia a los cambios de temperatura y una capacidad de generar energía inferior a las instalaciones solares convencionales, obligó a desestimar temporalmente el proyecto inicial.
En este segundo intento, la tecnología está más depurada y las expectativas son más prometedoras que hace una década. Por otro lado, el objetivo europeo de alcanzar una cuota de consumo del 42,5% en energías renovables para 2030, ha impulsado a las autoridades de muchos países a buscar nuevos espacios donde instalar equipamientos solares y eólicos. Uno de esos espacios son los carriles bici, aunque no el único. También se contemplan soluciones para ubicar estas instalaciones en autovías, vías de ferrocarril, en océanos y estanques u otras muchas superficies como las propias fachadas de los edificios, más allá de los tejados, sirviéndose de nuevos materiales prácticamente invisibles, pero con capacidad de recolectar la luz solar.
Asimismo, existe un debate sobre el mejor modo de habilitar paneles solares en ciclovías. El más común aplicado hasta el momento es el mencionado en este artículo, integrado en el pavimento, pero hay otro modo puesto en práctica en Alemania y Corea del Sur que podría ser más eficiente. Los paneles fotovoltaicos se instalan por encima de la vía, a modo de tejado, de manera que, además de generar energía, protegen a los ciclistas de la lluvia y el sol.
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