El autoconsumo fotovoltaico permite a cualquier persona generar electricidad a partir de la energía solar y utilizarla para su propio consumo a través de un sistema fotovoltaico instalado en la vivienda, local o comunidad de vecinos. Actuaría, así, a la vez como productor de energía y consumidor de la misma.
En este modelo, la energía fotovoltaica se consume instantáneamente mientras se produce. La manera de proceder es instalar en el edificio paneles solares que capten la energía solar y la conviertan en electricidad, de modo que esta energía pueda consumirse o almacenarse. Y es que existen dos modalidades de autoconsumo: con y sin batería. En la instalación que no incluye la batería, la electricidad no consumida se vierte a la red para obtener, a cambio, créditos o compensaciones económicas. En la modalidad con batería, los excedentes se almacenan para su uso posterior, ya sea en las horas de menor producción o por la noche.
Pero, ¿cómo consumimos la energía solar?
El primer paso es la instalación de los paneles solares, habitualmente en el tejado. Estos elementos son los que reciben la energía del sol: de ahí, pasa al inversor, que convierte la corriente continua del panel solar en alterna (la que se utiliza en el hogar). A través del contador se monitoriza el consumo eléctrico y la inyección a la red, aunque el exceso de energía también puede almacenarse con la instalación de una batería. Y un elemento imprescindible en la instalación de autoconsumo con excedentes es el medidor bidireccional, un dispositivo que registra tanto la cantidad de energía que entra en la vivienda desde la red eléctrica como la que se inyecta a la propia red.
Al instalar un sistema de paneles solares, no es necesario desconectarse de la red, ya que ambos sistemas pueden sincronizarse y servir de fuente de alimentación para la instalación eléctrica de la vivienda. De hecho, los inversores fotovoltaicos (los encargados de convertir la corriente continua en alterna) están diseñados para funcionar en paralelo con la red: miden la tensión de la red y la frecuencia en su punto de conexión y entregan una salida de potencia sincronizada con esta tensión y frecuencia. Así, los inversores fotovoltaicos no generan desajuste ni inestabilidad en la instalación eléctrica.
Si tenemos en cuenta que en nuestro país podemos disfrutar de aproximadamente 300 días de sol al año, esto se traduce en una producción de energía casi continua; de ahí que la opción de consumo fotovoltaico cada vez sea más popular. De hecho, se estima que, al instalar este tipo de soluciones y adoptar los hábitos de consumo a las horas de sol, se puede llegar a reducir en hasta un 70% la factura de la luz. Desde el punto de vista económico, otra ventaja de esta tecnología de autoconsumo es que, además de que la inversión inicial cada vez es menor, puede aumentar el valor de la vivienda para los próximos propietarios.
Desde el punto de vista de la sostenibilidad, sus ventajas son numerosas, ya que dan acceso a energía verde y renovable, contribuyendo a avanzar en uno de los grandes objetivos de la Unión Europea: reducir el uso de combustibles fósiles antes de 2050.
En el mercado español cada vez es más habitual disfrutar de opciones para aprovechar la energía solar. A través de servicios como MutuaHome se ofrece el asesoramiento para informar sobre las mejores opciones y soluciones de autoconsumo fotovoltaico en el hogar.
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