Los paneles solares están a la cabeza de estas energías transformadoras que nos llevan hacia una disminución en la dependencia de los combustibles fósiles tradicionales. En España ya hay más de 200.000 hogares con placas en sus tejados.
Los paneles solares surgieron a mediados del siglo XIX, para convertir la luz solar en electricidad, pero estaban lejos de ser eficientes y accesibles. Sin embargo, en las últimas décadas, han experimentado una gran transformación, no solo porque son más eficientes, sino también porque han reducido su precio, convirtiéndose en una opción viable para una amplia franja de población. A día de hoy, se puede decir que son una alternativa energética confiable, sostenible y muy demandada. Además, la energía solar, a diferencia de otras fuentes de energía, es silenciosa y requiere un mantenimiento mínimo.
Los tres tipos principales de paneles solares son: fotovoltaicos, térmicos e híbridos. La elección del tipo más adecuado depende de las necesidades específicas del usuario.
Los paneles solares fotovoltaicos son los más comunes y se utilizan para convertir la luz solar en electricidad e incluso también en agua. Están hechos de un material semiconductor, generalmente silicio (un material abundante y relativamente barato), lo que lo hace ideal para la fabricación de estos dispositivos. Los paneles solares fotovoltaicos se pueden utilizar para generar electricidad para hogares, empresas y otras instalaciones.
Los paneles solares térmicos se utilizan para generar calor. Están hechos de tubos o placas que absorben la luz solar y la convierten en calor. Y se pueden diferenciar por la temperatura a la que funcionan sus colectores, que son los componentes encargados de capturar la radiación solar y transformarla en energía térmica. Los colectores de baja temperatura alcanzan hasta un máximo de 50 grados, usándose principalmente para la calefacción y para el agua caliente sanitaria en sistemas domésticos.
Los paneles solares híbridos combinan las tecnologías fotovoltaicas y térmicas. Tienen varias ventajas sobre ambos ya que pueden generar electricidad y calor al mismo tiempo, lo que puede reducir el coste total de la energía. También pueden proporcionar una fuente de energía fiable, incluso en días nublados o de noche.
Y, aparte de estos tres tipos de paneles solares, se están desarrollando otros cuyo funcionamiento se basa en nuevas tecnologías. Por ejemplo, los paneles solares de película delgada, que son más finos, flexibles y ligeros que los tradicionales y su vida útil no supera los 20 años. Están hechos de materiales como telururo de cadmio, seleniuro de cobre, indio y galio o silicio amorfo. Se utilizan más en instalaciones de pequeña escala como garajes, por ejemplo, que necesitan energía independiente.
Otro ejemplo son los paneles solares con célula solar de perovskita, un material cristalino que podría sustituir a las células solares tradicionales basadas en silicio. Este novedoso material está preparado para aumentar considerablemente la eficiencia de la conversión de energía solar y al mismo tiempo reducir su coste utilizando métodos de producción más sencillos y presagiando potencialmente una nueva era de la energía solar.
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