La directiva europea de eficiencia energética de edificios, el objetivo de descarbonización, la hoja de ruta para reducir el consumo de energía primaria y otras las iniciativas para frenar el calentamiento global favorecen el nacimiento de proyectos que buscan utilizar nuevos materiales para la construcción de las viviendas.
Porque la prioridad no es solo que los edificios no contaminen: también es necesario que el proceso de construcción sea lo más sostenible posible, desde la adquisición del material hasta la finalización de la obra. Por eso se buscan soluciones basadas en la reutilización de materiales, como ya se viene haciendo con los propios residuos de las demoliciones. También se utilizan vidrios y plásticos reciclados, cartón, papel o micelio, que se obtiene a partir de filamentos fúngicos. Además, algunos de estos materiales, como la fibra de cáñamo, son aislantes naturales muy eficientes.
Del grupo de residuos agrícolas, se han puesto en marcha proyectos de construcción en los que se utilizan el bagazo de caña de azúcar, la paja de arroz, trigo o soja; las cáscaras de cacahuete o pipas de girasol y, también, el maíz, entre otros materiales. Todo ello se circunscribe al concepto de “upcycling”, muy utilizado en la industria de la moda y el mueble, y que no es sino convertir en útil algo inútil.
La colaboración de dos empresas emergentes del norte de Europa, una especializada en el desarrollo de materiales sostenibles y otra en el uso de alternativas naturales a los plásticos y resinas de origen fósil, ha dado pie a crear un material de construcción sostenible basado en el maíz, la materia prima de origen agrícola más abundante del mundo. En su proyecto han conseguido reutilizar los residuos de los cultivos de maíz, es decir, aprovechar toda la planta excepto el grano, que es lo único que se aprovecha para el consumo.
Y lo hacen recogiendo las mazorcas y tallos de los campos, tratándolos con un proceso de secado para, después, triturar los residuos. Una vez molido, el material se mezcla con pigmentos biodegradables, se prensa y se calienta, utilizando en este proceso electricidad procedente de paneles solares. La alta temperatura a la que se expone, en torno a los 150 grados, activa los polímeros de la biomasa para conseguir un material estable y duradero.
Con este proceso, el proyecto ha conseguido, a base de maíz, crear revestimientos para unos paneles que se pueden utilizar en paredes interiores o incluso muebles.
Y, con ellos, aspiran a ser una alternativa sostenible a los clásicos azulejos o las tradicionales baldosas. Además, sus creadores insisten en que este material es reutilizable, por lo que sería adecuado para su uso en locales comerciales, que cambian su decoración con más frecuencia que los hogares.
Además de su origen agrícola, el desarrollo de este material también es sostenible desde un punto de vista logístico, ya que al ser un material mucho más ligero que otras alternativas como las baldosas cerámicas, y más resistente a los golpes que éstas, el impacto medioambiental de su logística también es menor.
© Imágenes: Shutterstock.
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