Suecia ha conseguido implantar la conciencia medioambiental a través de la educación. Malmö y Vaxjo son dos claros ejemplos de sostenibilidad. Te contamos cómo contribuyen a la mejora de nuestro planeta.
Como consumidores, comenzamos a optar por productos y servicios de empresas responsables con el desarrollo sostenible. Cada día existe más conciencia social sobre como nuestro modelo tradicional choca con el planeta y lo perjudica. Por esta razón, las empresas, e incluso los sistemas políticos, ya se adaptan a esta nueva orientación del ser humano. Como consecuencia, empiezan a emerger diferentes arquetipos representantes de un futuro sostenible. Diferentes iniciativas ya materializan lo que nos deparará, en diferentes ámbitos, el mañana. Este es el caso de Malmö y Växjö, dos localidades suecas transformadas en ciudades sostenibles.
Hace 20 años, estos dos lugares del mundo decidieron convertirse en un modelo sostenible de población. Gracias a este proyecto, el país nórdico cada vez está más cerca de ser la primera economía libre de combustibles fósiles, petróleo, carbón y gas natural. Y en este momento, llevan una delantera de casi 30 años al resto. Sus grandes avances las convierten en las ciudades sostenibles del año 2050.
La premisa de “consumir menos y reducir el número de residuos, rebaja la contaminación”, es crucial para la población sueca. En estas ciudades sostenibles, los ciudadanos respiran aire puro y no desperdician el agua al reutilizar hasta la última gota de las lluvias.
Las casas del barrio disponen de placas solares, los supermercados están repletos de productos ecológicos y naturales, cultivados sin pesticidas. Todos ellos, están marcados en vez de etiquetados para ayudar a ahorrar grandes cantidades de plásticos. Para contribuir en la lucha contra el exceso de estos residuos en los océanos, los ciudadanos devuelven los envases a los supermercados a cambio de tickets.
Para que estas ciudades sostenibles perduren y, con ellas, la conciencia medioambiental, utilizan una herramienta muy poderosa, la educación.
Para producir calefacción de manera natural, utilizan biomasa o el calor de los crematorios, en el caso de Estocolmo, para calentar a la ciudad. Otra clave para ahorrar agua está en las lavadoras de Mälmö. Estos electrodomésticos utilizan el detergente justo para controlar el peso de la ropa.
En el barrio de Augustenborg se encuentra el primer edificio verde del mundo, el “Green House”. En él se encuentran multitud de techos verdes, invernaderos e incluso colmenas para producir miel.
Los habitantes tienen transporte accesible cada 300 metros y el gobierno adopta medidas como peajes horarios para utilizar el coche lo menos posible. Incluso, en algunas comunidades, los vecinos firman acuerdos de convivencia para compartir medios de transportes ecológicos como las bicicletas.
Y lo más importante: para que estas ciudades sostenibles perduren y, con ellas, la conciencia medioambiental, utilizan una herramienta muy poderosa, la educación. De este modo, la conciencia ecológica perdurará generación tras generación.
Todos debemos contribuir en el cuidado de nuestro planeta y los gadgets tecnológicos fomentan cada vez más este proceso. Acciones como reducir el consumo de energía, será más fácil gracias a las “lámparas vegetales”, o gracias a la nueva iniciativa de Ecoembes, The Circular Lab: se logra promover la participación en la economía circular.