Algunos insectos pueden resultarnos molestos, pero cumplen una misión importante: son polinizadores y, por tanto, fundamentales para la producción de alimentos y para mantener la salud de los ecosistemas. Sin embargo, en las últimas décadas, su número está disminuyendo, lo que afecta a los cultivos de los que dependemos.
Hay que pensar que estos insectos son responsables de la polinización de aproximadamente el 75% de las plantas con flores en el mundo, incluyendo una gran parte de los cultivos agrícolas.
Estos insectos transfieren polen de una flor a otra, facilitando la fertilización y permitiendo la producción de frutos y semillas.
Pero, en los últimos años, son muchos los factores que están afectando a su labor; desde el cambio climático hasta el uso de pesticidas que son tóxicos para ellos, así como la pérdida de su hábitat por la expansión urbana, la agricultura intensiva y la deforestación.
Ante este panorama, la innovación y el desarrollo tecnológico ofrecen alternativas que quieren servir de ayuda para paliar este problema. Existen drones polinizadores capaces de dispersar polen en el aire de forma autónoma. Y, recientemente, un equipo de investigadores de la Universidad de Virginia Occidental ha presentado los llamados robots de polinización de precisión, diseñados para transferir polen a tipos específicos de flores. Su último proyecto es Stickbug, un robot de seis brazos, que combina la precisión de los sistemas de un solo brazo con la paralelización de enjambres en invernaderos.
Este robot es la versión avanzada de la que presentaron en 2018, llamada BrambleBee: una plataforma robótica que utilizaba técnicas de mapeo, percepción visual, planificación de rutas, control de movimiento y manipulación para polinizar de manera eficiente las flores. Pero esta solución solo contaba con un único manipulador, y eso le obligaba a emplear mucho tiempo para poder polinizar campos enteros.
Con Stickbug, ahora pueden realizar más de 1,5 polinizaciones por minuto con una tasa de éxito del 50%. Además, para que los seis brazos no se estorben entre sí durante la polinización, los investigadores han equipado al robot con un sistema de detección de colisiones que evita que se choquen entre ellos durante el proceso de polinización.
El robot cuenta con un mástil alto para soportar múltiples manipuladores y alcanzar distintas alturas de plantas, un modelo de detección y clasificador para identificar flores de zarza -que es con la planta que se está experimentando- y un efector final con punta de fieltro para la polinización basada en contacto.
El prototipo de Stickbug aún no se ha probado en plantas reales, pero se planea hacerlo tan pronto como las plantas de mora hayan alcanzado la fase de floración. Para entonces, los científicos ya habrán incorporado mejoras a su robot. Por ejemplo, se integrará una especie de “memoria de flores” para que el robot sepa qué flores ya ha polinizado.
Robots como éste pueden representar un avance significativo en la tecnología agrícola, aunque hay que valorar también que el costo de implementación puede ser alto, y la tecnología debe ser refinada para asegurar que la polinización artificial, aunque no sea un reemplazo completo para los polinizadores naturales, pueda complementar sus funciones, especialmente en situaciones donde los polinizadores están en peligro o son insuficientes. Con el tiempo, y con una implementación cuidadosa, tecnologías similares a ésta podrían ser esenciales para la agricultura del futuro.
© Imágenes: Shutterstock.
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