Una de las incomodidades de cambiar de teléfono hoy en día es que puede llegar a provocar un cambio en el cargador. Este gesto, aunque parece menor, genera un exceso innnecesario de basura electrónica que debemos aprender a deshacernos de ella, siguiendo los procedimientos adecuados. Un cambio de cargador implica, en la mayoría de los casos: cambiar el cargador principal, el del coche, el del trabajo e incluso la batería móvil para imprevistos. Algo que en Europa ya se quiere erradicar a través de una directiva que obligue a universalizar los cargadores.
El Pleno del Parlamento Europeo ha urgido a la Comisión Europea a adoptar las medidas legislativas necesarias para tener, antes del julio de 2020, un cargador único para todos los dispositivos electrónicos portátiles tipo móviles, tabletas, libros electrónicos, etc.
Con 582 votos a favor, 40 en contra y 37 abstenciones, los eurodiputados aprobaron el pasado 30 de enero de 2020, con carácter de urgencia, la necesidad de adoptar estas medidas con el fin de reducir la cantidad de residuos electrónicos y facilitar la vida a los consumidores europeos gastando menos y aportando opciones más sostenibles.
A pesar de que algunos fabricantes como Apple se resisten a esta medida, alegando que supone un freno para la innovación, desarrollo de baterías y nuevos sistemas de carga, la Eurocámara ha aportado unas cifras escalofriantes respecto a los residuos electrónicos que se producen al año en el mundo: 50 millones de toneladas, de las cuales, 12,3 millones se generaron en Europa en 2016; el equivalente a 16,6 kg de media por habitante.
Y, según otro informe internacional de la ONU en el que se reclaman acciones contra la plaga mundial de la basura electrónica, menos del 20% de esta e-waste mundial se recicla correctamente. De ahí que reclame una acción global para poner en práctica en este sector el nuevo concepto de la economía circular (las empresas no venden el producto sino el servicio, asegurando así la recolección de los residuos).
Por otro lado, la Institución asegura que sus intenciones no son perjudicar la innovación de las empresas, sino garantizar que el marco legislativo que busca la aplicación de un cargador común para todos los móviles sea cumplido, por lo que se harán revisiones constantes para mantenerlo actualizado acorde a la evolución del mercado.
De este modo, si en el futuro llega una nueva tecnología, se adaptará y no se continuará usando la actual. En la misma línea, el Parlamento Europeo ha reclamado a la Comisión Europea que adopte medidas para asegurar la interoperabilidad de los distintos cargadores inalámbricos con diferentes dispositivos móviles y estudie cómo aumentar el volumen de cables y cargadores recogidos y reciclados. Los cargadores inalámbricos se encuentran en una situación similar. Ahora será la Comisión Europea la que tendrá que desarrollar la nueva legislación basándose en estas peticiones en muy poco tiempo.
Son muchas las asociaciones de consumidores que, desde hace tiempo, han presionado al Parlamento Europeo para que se hiciese eco de las quejas sobre esta situación y han pedido a Bruselas que se asegure de que los consumidores europeos no sigan estando obligados a comprar un nuevo cargador con cada dispositivo portátil nuevo y que el cargador común no lleve aparejados precios más altos.
Al hilo de esto, Ben Wood, analista de la firma de investigación CCS Insight, ha comentado que: “Dada la tendencia actual hacia la sostenibilidad y la reducción de los desechos electrónicos, parece un movimiento sensato. Sin embargo, la UE debe tener cuidado de no sofocar la innovación al exigir una cierta tecnología indefinidamente”.
La realidad todavía queda muy lejos de esta petición. Hoy en día, Apple vende la mayoría de sus iPhone con enchufes de carga que tienen un puerto USB-A para sus cables Lightning y, muchos teléfonos Android, como el Pixel 4 de Google, vienen con un cargador de pared que cuenta con un puerto USB-C más pequeño, para usar con el cable USB-C correspondiente. La medida significaría que la mayoría de los cables Lightning existentes, y de hecho otros tipos de cable con conexiones USB-A, requerirían un adaptador para funcionar con los nuevos cargadores.
Los políticos europeos han estado haciendo campaña por un estándar común durante la última década, y la CE estima que los cables obsoletos generan más de 51.000 toneladas de desechos por año.
La preocupación por las cargas de los diferentes dispositivos no es algo nuevo. Además de la universalización, también se trabajar en incrementar la autonomía de muchos de ellos con pruebas de diferentes materiales en las baterías para alargar su vida o, incluso, poder cargar el Smartphone a través de la propia ropa.
Lo que reconocen desde la UE es que la situación es al menos mejor que en el pasado, cuando algunos cables de carga patentados se conectaban solo a su enchufe, lo que significa que el adaptador no tenía uso más allá del dispositivo con el que vino. De hecho, en 2009 había más de 30 soluciones de carga, mientras que hoy hay tres tipos de cargadores, según dice el propio Parlamento Europeo.
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