El corazón es uno de los principales causantes de muerte en el mundo tanto para hombre como mujeres. El fallo de este órgano, que centraliza toda la actividad vascular del cuerpo, se estima que llegará a producir la muerte de una de cada cuatro personas en el mundo en unos años. Por ello, investigadores de todo el mundo trabajan por desarrollar diferentes opciones que puedan generar un corazón bioartificial.
El estudio sobre trasplantes, más concretamente el corazón, es una de las prioridades en el mundo de la investigación en salud. Ejemplo de ello, es el registro “ASIS-TC”, apoyado por Fundación Mutua que ha permitido realizar el primer registro nacional de trasplante de corazón superurgente y que ha permitido que pacientes como Juan Carlos puedan sobrevivir a una situación de extrema gravedad esperando un corazón.
Nuestro corazón tiene cada vez más exigencias: el estrés o la longevidad de la población obligan a este órgano a superar cada vez más barreras que lo van deteriorando. Estos deterioros provocan fallos que pueden derivar en infartos y, aunque los avances en temas farmacológicos y quirúrgicos han conseguido mejorar el pronóstico y tratamiento de estas dolencias, la realidad es que la alteración progresiva del músculo cardíaco empeora la función del músculo cardíaco, y cada vez existen menos donantes de este tipo de órgano.
Ante este contexto, la ciencia se ha volcado en la búsqueda de opciones más revolucionarias que podrían cambiar por completo el concepto de ciencia. El objetivo ahora es ser capaces de crear un corazón bioartificial que permita ampliar nuestras posibilidades vitales.
En la actualidad se investiga en tres líneas: la impresión 3D, el concepto de las células de “quita y pon” y las conocidas como quimeras cerdo-humanas.
Estas líneas de investigación, más propias de una película de ciencia ficción, continúan todavía en proceso de “prueba y error” pero esperan poder dar solución a este gran problema de nuestro tiempo.
En el ámbito de la impresión 3D, aunque ya se ha conseguido reproducir un corazón como tal, todavía siembra serias dudas ya que, aunque ha conseguido salvarse el escollo de que las células no soportasen su creación en una impresora, todavía no se sabe la forma de conseguir que se organicen y funcionen de forma conjunta como lo haría un corazón normal, a la vez que se mantiene la estabilidad del tejido blando.
En relación a la descelularización y recelularización parte de la idea de que en la naturaleza está todo creado y que simplemente debemos aprovecharnos de ella para poder generar un corazón bioartificial. La idea parte de la base de que el corazón de un cerdo es muy similar al de un humano por lo que, si se eliminan todas las células de un corazón de dicho animal y se utiliza solo el esqueleto fibroso, al tratarse de una estructura compleja, estable y natural, es más “fácil” que las células se adhieran a esa matriz. Pero, en el momento actual, precisamente este es el principal muro de esta línea, ya que es fácil eliminar células, pero conseguir que las células humanas se apelotonen en áreas concretas en un nuevo “esqueleto” es el gran reto.
Por último, y siguiendo con los cerdos como protagonistas, está el estudio de las quimeras cerdo humanas. El concepto de quimera ya explica el proceso de la creación del corazón, ya que, las quimeras son organismos que poseen células con ADN procedente de diferentes individuos. La propuesta de esta línea es la alteración genética de cerdos para que no desarrollen ciertos órganos, y en su lugar, se introducen células madre humanas para desarrollar esos órganos humanos en concreto. Esta línea todavía está en una fase muy inicial.
Aunque la mezcla de animales y humanos parezca ciencia ficción, la tecnología aplicada a la investigación en salud no deja de sorprender a propios y extraños. Las últimas mejoras en esta línea traen desde parches para detectar enfermedades raras, tatuajes para detectar el cáncer o aplicaciones para detectar el Alzheimer. Con este tipo de novedades, quizás el término ciencia ficción esté totalmente obsoleto.