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Que los plásticos contaminan el medioambiente es una realidad que ya nadie puede discutir con argumentos sólidos. Prueba de ello son las cinco grandes islas formadas por fragmentos de este material en los océanos Pacífico, Atlántico e Índico, y es que el 80% de los plásticos que se encuentran en los mares procede de tierra firme.
España, que es el quinto productor de plástico de la UE, solo es capaz de reciclar el 30% de estos deshechos, según datos de Greenpeace. Para hacernos una idea del daño que provoca la acumulación de envases en el medioambiente, basta saber que una botella de plástico tarda 500 años en descomponerse.
Aunque la solución definitiva pasaría por reducir al mínimo el uso de este material, un reciente estudio desarrollado por un grupo de investigadores ha logrado diseñar una enzima capaz de digerir algunos de nuestros plásticos más contaminantes. La hazaña, dirigida por la Universidad de Portsmouth y el Laboratorio Nacional de Energía Renovable del Departamento de Energía de EE.UU., hace posible degradar botellas de plástico seis veces más rápido que antes y se podría usar para reciclarlas en uno o dos años. Además, cabe la posibilidad de combinarla con otras enzimas que descomponen el algodón para reciclar también la ropa.
En sus investigaciones, los científicos estudiaron la estructura cristalina del tereftalato de polietileno (PET), que es el plástico utilizado para la producción de botellas, y se centraron en una enzima natural que digiere PET. Esta enzima es producida por la ideonella sakaiensis, una bacteria que desarrolló de manera natural la capacidad de alimentarse de plástico y que fue descubierta en una planta de reciclaje por científicos japoneses en 2016. La información 3D obtenida les ayudó a comprender el comportamiento de esta enzima y, durante el estudio, diseñaron inadvertidamente otra aún más eficaz que la original. “La casualidad a menudo juega un papel importante en la investigación científica fundamental y nuestro descubrimiento aquí no es una excepción”, explicó John McGeehan, coautor del proyecto.
Aunque el hallazgo es muy alentador, sus responsables afirman que el desarrollo para perfeccionarlo hasta hacerlo viable comercialmente es lento y continúan trabajando para mejorar su eficacia. El siguiente paso, declaran, es aplicar las herramientas de la ingeniería de proteínas y la evolución para continuar mejorando esta enzima. “El proceso de ingeniería es muy similar al de las enzimas que se utilizan actualmente en detergentes para biolavado y en la fabricación de biocombustibles. La tecnología existe y está dentro de lo posible que en los próximos años veamos una viabilidad industrial en el proceso para convertir PET y potencialmente otros sustratos como PEF, PLA y PBS en sus bloques de construcción originales para que puedan ser reciclados de forma sostenible”, dice McGeehan.
Mientras esta solución se hace realidad, solo cabe utilizar todos los medios a nuestro alcance para cuidar el medioambiente con un uso responsable de los recursos y un comportamiento comprometido con el reciclaje de envases y plásticos.
Blog ÓN
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