Las previsiones auguran un verano muy caluroso en prácticamente todo el país. Ya el verano pasado hubo olas de calor muy intensas tanto en duración como por las altas temperaturas que se llegaron a alcanzar. Y no es algo que ocurre solo en nuestro país: también en Europa se han previsto olas intensas de calor en varios países del Mediterráneo, en EE. UU. y Canadá se esperan altas temperaturas y tormentas frecuentes, y en Asia se esperan olas de calor intensas especialmente en el sur del continente.
Con el continuo aumento de las temperaturas globales, muchos países están combinando soluciones tradicionales con otras basadas en la innovación para ayudar a mitigar los efectos del calor extremo. Plantar árboles y otras formas de vegetación es una de las estrategias más eficaces: en verano, las zonas resguardadas por los árboles reciben solo entre un 10% y un 30% de la energía solar y la transpiración del agua a través de las hojas tiene un efecto refrescante. Así, en los últimos años va cobrando protagonismo la tendencia denominada “urban greening” o creación de paredes vivas y techos verdes en las ciudades que ayudan a reducir las temperaturas urbanas y a mejorar la gestión del agua de lluvia.
Elementos como los toldos ofrecen una sombra refrescante para los peatones. En algunas ciudades se están instalando pérgolas automatizadas que pueden ajustarse automáticamente según la posición del sol, optimizando la sombra. Por la calle también pueden encontrarse nebulizadores en paradas de autobús o espacios públicos, que sirven de ayuda para refrescar a los peatones por esa sensación de humedad que proporcionan. Y, en los hogares, existen soluciones de ahorro energético para refrescar el ambiente, con menos gasto.
En la construcción y la arquitectura también se están implementando soluciones para reducir el calor dentro de los edificios. En Londres se están utilizando vidrios reflectantes que contribuyen a que se absorba menos calor cuando el sol incide en las ventanas. Aunado con el “urban greening”, se pueden encontrar edificios cuyas fachadas están recubiertas de vegetación. Ésta actúa bloqueando el sol para evitar calentar la superficie del edificio y, a la vez, enfriando el aire circundante al liberar agua mediante un proceso conocido como evapotranspiración. En otras construcciones se recurre a materiales como la piedra caliza, que absorbe la humedad y contribuye a reducir las temperaturas del interior del edificio. Y, para aumentar el flujo de aire, algunos arquitectos han abierto las plantas bajas para crear espacios que permitan el paso de la brisa, especialmente en zonas costeras.
En las calles de algunas ciudades se están utilizando sistemas de enfriamiento distrital que distribuyen refrigeración de manera eficiente a través de una red centralizada, reduciendo el consumo energético y las emisiones de gases de efecto invernadero. En otras, se apuesta por la integración de sistemas de enfriamiento por evaporación, que utilizan agua para enfriar el aire circundante, especialmente en zonas de climas más áridos. Este enfoque, combinado con la plantación de árboles irrigados, puede reducir la temperatura en áreas urbanas densamente pobladas. Y, para reducir la temperatura del asfalto, en algunas ciudades se han pintado varios kilómetros de sus calles con una pintura blanca, especial y reflectante.
La prevención también sirve como punto de partida para combatir el calor extremo, con medidas que parten de la alerta temprana a los ciudadanos. Casos como el de Hong Kong son especialmente llamativos: allí, han lanzado un sistema de alerta de estrés térmico que utiliza un índice que tiene en cuenta la humedad relativa, la intensidad solar y la temperatura. Este sistema emite alertas codificadas por colores para advertir a los residentes y trabajadores al aire libre sobre los riesgos del calor extremo y recomendar descansos adecuados. Y, una vez se produce la situación de calor, hay proyectos de monitorización que, a través de un portal digital, monitorean y rastrean a los servicios de ambulancias que atienden los casos relacionados con el calor. Con esta herramienta, las autoridades pueden identificar las áreas de alto riesgo y priorizar en ellas las estrategias de mitigación.
Todas estas estrategias no solo buscan mitigar los efectos inmediatos del calor extremo, sino también preparar a las comunidades para un futuro en el que estas temperaturas serán más frecuentes y severas. La combinación de soluciones tradicionales, tecnologías avanzadas y políticas públicas prácticas está mostrando un camino prometedor para enfrentar los desafíos del cambio climático y mitigar los efectos inmediatos del calor extremo.
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