El 20% de los residuos de la producción mundial proviene de los sectores textil y de la confección. De ahí que sea urgente el uso de tejidos sostenibles, hechos de materiales naturales o reciclados, con el objetivo de reducir los daños a través del proceso de producción, las propiedades de la fibra o el impacto ambiental general.
Estas telas también pueden contribuir a la reducción de desechos, la conservación del agua, la reducción de las emisiones de carbono y la regeneración del suelo, aunque, desafortunadamente, no hay una sola tela que sea completamente sostenible. Pero la esperanza es que, a través de una producción responsable y prácticas de cultivo ambiental, se pueda crear una industria de la moda más transparente.
Igual que en la construcción, en el sector textil son cada vez más las firmas que están renunciando a la producción de moda rápida que satisfaga la demanda de forma exprés y usando, para ello, materiales sintéticos vírgenes que son baratos y rápidos de producir como el poliéster, nailon o acrílico. Son conscientes de que estos tejidos tardan décadas o más en biodegradarse, y los textiles constituyen el 7,7% de los residuos sólidos en los vertederos.
Hay que saber además que, cualquier prenda nueva requiere recursos para producirse, pero que las prendas vintage y de segunda mano también pueden contribuir al problema de los microplásticos. Por eso, conviene mirar muy bien las etiquetas, comprar con mucho sentido común y elegir los materiales más sostenibles posibles.
A continuación, repasamos algunos de los materiales y telas más populares.
Bambú: Es un cultivo regenerativo de rápido crecimiento que no requiere fertilización y, a menudo, se promociona como un material sostenible cuando se procesa mecánicamente (también conocido como lino de bambú o fibra de líber). Si la cosecha y la limpieza de tierra es la adecuada, el bambú tiene propiedades antibacterianas, es cómodo y absorbe la humedad increíblemente, lo que lo convierte en uno de los favoritos de las marcas sostenibles.
Algodón orgánico: Se produce sin pesticidas tóxicos, fertilizantes sintéticos ni semillas modificadas genéticamente (OGM). Esto suele implicar un proceso de producción de tejidos gestionado de forma sostenible, aunque no siempre es un hecho sin las certificaciones o la transparencia adecuadas.
Fibra de alga: El consumidor ya sabe que las algas son buenas para la piel (se usan mucho en cosmética) y para la alimentación. Pero, además, su textura permite hacer tejidos muy suaves y apetecibles en la industria de la moda, de ahí que se use cada vez más y en sustitución de la fibra de ortiga, por ejemplo, que es más dura.
ECONYL®: Es hoy en día una alternativa popular al nailon virgen, ya que está hecho de residuos de nailon regenerado. Obtenido de plástico industrial, telas de desecho y redes de pesca, este nailon reciclado pasa por un proceso de ciclo cerrado en la producción, conservando el agua y reduciendo los desechos. Al igual que con el poliéster, el nailon y el plástico vírgenes, ECONYL® aún puede desprenderse de microplásticos, por lo que conviene lavar con poca frecuencia.
Lino: Se puede cultivar sin fertilizantes y plantarse en áreas donde la mayoría de los otros cultivos no pueden prosperar. El lino también se puede usar en su totalidad (semillas, aceite y cultivo), lo que significa que no hay desperdicio. Este material natural también es biodegradable, siempre y cuando no se incluyan productos químicos agresivos en el proceso.
Modal: Es un tejido semisintético fabricado a partir de pulpa de madera, pero principalmente de hayas. Si bien la pulpa es natural, el proceso de producción involucra productos químicos como el hidróxido de sodio, pero menor que la cantidad necesaria para la viscosa de rayón. La tela natural pero hecha por el hombre es generalmente más delicada y suave que el lyocell, por lo que se usa comúnmente para ropa interior, pijamas, sábanas y toallas.
Piñatex: Se presenta como una alternativa sostenible tanto a los subproductos animales como a los textiles controvertidos, frente al cuero y al cuero vegano. Desarrollado por primera vez en 2017 por Ananas Anam, el material proviene de las hojas de piña sobrantes que, de lo contrario, se quemarían. También puede biodegradarse naturalmente a menos que se mezcle con resina a base de petróleo, que es a veces el caso.
Poliéster reciclado: Es PET (el químico utilizado para crear poliéster) de botellas de agua de plástico que se han descompuesto en fibras. La tela reciclada mantiene el plástico fuera de los vertederos y se puede reciclar muchas veces. Cuando una prenda no puede estar hecha de fibras 100% naturales (por ejemplo, prendas elásticas como ropa interior), se recomienda buscar poliéster reciclado ya que es menos dañino que su contraparte virgen y genera menos emisiones de carbono en la producción.
Seda: La seda proviene de gusanos de seda que subsisten con una dieta de hojas de morera, que son resistentes a la contaminación y fáciles de cultivar. Las características de esta planta hacen que la producción de seda sea de desperdicio bastante bajo. Pero como la seda requiere mano de obra animal, es esencial examinar las marcas y asegurarse de que utilicen métodos de producción éticos.
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