La batería que carga tu coche en 10 minutos

Uno de los grandes inconvenientes que presentan los coches eléctricos es la velocidad de carga de sus baterías, todavía muy lenta en comparación con un repostaje de combustible. Y es que, como en todas las tecnologías incipientes, y la movilidad eléctrica todavía lo es, los avances no llegan de la noche a la mañana. Basta recordar que el primer teléfono móvil desde el que se realizó una llamada fue el que usó Martin Cooper, directivo de Motorola, el 3 de abril de 1973 para llamar desde la Sexta Avenida de Nueva York a Joel Engel, de los Bell Labs de AT&T. El dispositivo era un prototipo que pesaba alrededor de un kilo, medía 33 cm incluyendo la antena y, lo más importante, tardaba diez horas en cargarse para una autonomía de uso de apenas 30 minutos. Y eso que tan solo servía para llamar por teléfono. Sobra decir que en los 50 años que han transcurrido desde entonces, la evolución de las baterías destinadas a telefonía ha experimentado un cambio espectacular tanto en prestaciones como en reducción de tamaño y peso.

Con las que se utilizan para mover los coches eléctricos está ocurriendo lo mismo. Ingenieros de todo el mundo se esfuerzan por descifrar los secretos del “más por menos”: más autonomía y más vida útil por menos peso, coste de producción y tiempo de recarga.

Así, la empresa china CATL, líder en fabricación de baterías para coches, está apostando por el sodio como materia prima que reemplace al litio, mucho más caro y escaso, para garantizar el suministro, abaratar la producción y, de paso, mejorar el rendimiento del producto. Otro ejemplo muy prometedor es el desarrollado recientemente por un equipo de la Universidad Estatal de Pensilvania, en Estados Unidos, que asegura haber fabricado una batería capaz de recargarse en tan solo diez minutos.

El secreto de este lanzamiento se basa en un nuevo método de autorregulación térmica que mejora, no solo los tiempos de carga, sino también el rendimiento. Para que una batería funcione correctamente es necesario que esté caliente, pero no demasiado, y que esa temperatura sea constante. Por eso, los investigadores de este proyecto capitaneado por el profesor Chao-Yang Wang han modificado la estructura de la batería añadiendo una fina lámina de níquel como cuarto elemento además del ánodo, electrolitos y cátodo.

Con este sistema, el equipo de Wang también ha logrado reducir el tamaño de las baterías sin renunciar a las prestaciones, de manera que los costes de producción y el peso global del coche también son inferiores. “La necesidad de baterías más pequeñas y de carga más rápida es mayor que nunca. Sencillamente, no hay suficientes baterías y materias primas críticas, especialmente aquellas producidas en el país, para satisfacer la demanda anticipada”, destaca el autor del proyecto.

Como adelantábamos, este desarrollo no es el único que busca optimizar una de las piezas fundamentales de los coches eléctricos, la que aporta la energía necesaria para mover el vehículo. También en Estados Unidos, concretamente en el Laboratorio Nacional de Idaho, se ha llevado a cabo un estudio que utiliza el Aprendizaje Automático (Machine Learning) para descifrar los mecanismos de desgaste en las baterías de carga rápida y así optimizar su rendimiento.

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