En los últimos años hemos sido testigos de un avance sin precedentes de los vehículos híbridos y de otras tecnologías que conviven en nuestras carreteras como alternativa al motor de combustión de toda la vida. Híbridos de diferentes tipos (HEV, MHEV y PHEV), eléctricos puros (EV), coches con pila de combustible de hidrógeno y los bifuel, que utilizan un mismo motor térmico que puede funcionar con gasolina o con gas licuado (GLP o GNC). Todos ellos responden a la necesidad de limitar las emisiones y contribuir a una movilidad más limpia y sostenible.
Los híbridos no enchufables son los modelos que más se están vendiendo, al favorecer el ahorro de combustible, la sostenibilidad, las prestaciones, la autonomía y su mantenimiento, del que hablaremos más adelante.
El funcionamiento de este tipo de vehículos combina un motor de combustión interna con uno o más motores eléctricos y se basa en la interacción entre sus dos fuentes de energía. Este sistema dual permite que el vehículo funcione con gasolina, electricidad o una combinación de ambas. La tecnología híbrida más común es la llamada "híbrido paralelo", donde tanto el motor de combustión como el eléctrico pueden propulsar el coche.
La manera de comportarse e interactuar de los elementos mecánicos y eléctricos dependen de las circunstancias de la conducción en cada momento. Podemos hablar de cinco situaciones que marcan el funcionamiento de un coche híbrido:
Como podemos deducir de las situaciones descritas, en un trayecto real se producen muchos momentos en los que el motor de combustión no interviene o bien lo hace ayudado por el motor eléctrico, reduciendo así tanto el consumo de combustible como las emisiones de CO2.
En cuanto al mantenimiento, es algo más sencillo que el de los motores térmicos, ya que hay determinadas piezas mecánicas que no tiene (embrague, alternador, turbocompresor, correa de distribución, filtro antipartículas, motor de arranque y caja de cambios) y otras cuyo desgaste es algo menor, como las pastillas y los discos. Y es que, en los coches híbridos, los frenos suelen durar más que los de los coches convencionales gracias al frenado regenerativo. En el resto de componentes que son comunes a ambos tipos de mecánica, el mantenimiento es muy similar. Pero también hay algunos elementos específicos del híbrido, como la batería, la instalación eléctrica, las centralitas y el software, que pueden requerir atenciones especiales o actualizaciones.
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