La manera de desplazarnos por la ciudad está cambiando a pasos agigantados. El compromiso por la sostenibilidad y el objetivo de cero emisiones, la peatonalización de los centros urbanos, la falta de plazas de aparcamiento y un cambio en la mentalidad de los ciudadanos son factores que se alían para avanzar en un mismo sentido: renunciar al uso del vehículo privado en la ciudad.
Algunos estudios han demostrado que un coche eléctrico integrado en una flota de alquiler por uso puede reemplazar a 20 coches privados. Eso supone un gran alivio para la circulación de las grandes ciudades, pero ¿y si además dejan de circular vehículos buscando aparcamiento?
Esta es una de las grandes ventajas del sistema que está probando la empresa alemana de carsharing, Vay, en la ciudad de Berlín desde hace ya dos años. Se trata de coches teledirigidos que acuden al punto de recogida elegido por el cliente y, después de su uso, regresan a las cocheras de la compañía o a recoger a otro usuario. Por el momento, la legislación germana no autoriza la circulación de vehículos sin conductor por la vía pública, de modo que es una persona quien viaja en el vehículo hasta el punto de encuentro para iniciar el servicio de alquiler y luego se retira.
Lo que hace Vay para anticiparse al futuro es conducir en remoto ese coche desde su sede hasta el momento de la recogida, eso sí, con la presencia física de un conductor de seguridad en el interior del vehículo para cumplir con la legalidad. El sistema es similar al utilizado para volar drones de combate. Desde un centro de control, un conductor experimentado se sienta ante una consola con volante, pedales y todos los mandos necesarios para conducir, además de pantallas con visión de 360º que reproducen la imagen en tiempo real desde las cámaras instaladas en el vehículo.
Según declaraciones de Thomas Von der Ohe, CEO de Vay, el objetivo marcado es ofrecer un sistema 100% autónomo a partir de 2022, de modo que el cliente sea un simple pasajero desde el punto de recogida hasta el destino. Para ello, primero tienen que demostrar a las autoridades que el sistema es seguro y convencerles para un cambio de normativa y la concesión de las licencias pertinentes. A este respecto, los responsables de Vay no tienen duda y argumentan que la conducción remota es más segura que la convencional porque controla las cuatro principales causas de accidentes urbanos: el exceso de velocidad, la alcoholemia, las distracciones y la fatiga.
Por suerte o por desgracia, las leyes y la tecnología no siempre avanzan al mismo ritmo. Los estudios sobre conducción autónoma comenzaron a desarrollarse hace años y no dejan de sorprender. Muchas marcas disponen ya de prototipos dispuestos a ocupar su espacio en los concesionarios para reemplazar a los vehículos convencionales en cuanto las leyes de seguridad vial lo autoricen.
En cuanto a la inversión necesaria para implementar el sistema de Vay a pleno rendimiento, los cálculos son optimistas. Tanto el hardware como el software que se tiene que instalar en los coches para su control remoto es de unos pocos miles de euros, mucho más económico que el coste de implementar una conducción 100% autónoma, que rondaría los 100 mil euros. Además, desde la compañía aseguran que su “kit” puede transformar cualquier coche convencional en uno teledirigido.
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