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Uno de los principales obstáculos que los fabricantes de coches eléctricos todavía tienen que superar es la autonomía. Aunque es cierto que los modelos más recientes de motores propulsados por baterías pasan ya el umbral de los 500 km, se trata de automóviles con un precio por encima de los 50.000 euros. En versiones más económicas, de los 20 a los 25.000 euros, los rangos de autonomía están en torno a los 200 km. Muy poco si queremos emprender un viaje un poco largo sin tener que recargar.
El caso de las pilas de combustible es algo diferente. Son los coches de hidrógeno (FCEV) y no tienen baterías que necesiten recargarse como en los modelos BEV o eléctricos puros, sino que generan la electricidad mediante la electrólisis del hidrógeno. Por tanto, necesitan repostar hidrógeno y no recargar electricidad. Esta diferencia implica un menor tiempo de espera hasta que el coche vuelve a estar al 100% y, también, una autonomía superior, en torno a los 700 km.
Una pila de combustible genera energía eléctrica mezclando hidrógeno y oxígeno. Como su combustible es el hidrógeno, el repostaje de estos vehículos se lleva a cabo de un modo similar al de los GLP (Gas Licuado del Petróleo), mediante una manguera ensamblada herméticamente a la boca del depósito. El tiempo de repostaje es de unos cinco minutos. Actualmente, se comercializan en España dos modelos de coche de hidrógeno: el Hunday Nexo y el Toyota Mirai.
El problema de esta tecnología es dónde realizar los repostajes. Aunque ya hay proyectos para desplegar una amplia red de hidrogeneras en España, por el momento solo hay tres de uso público. Una está en Madrid (Avenida de Manoteras 34), otra en el Centro Nacional del Hidrógeno (Puertollano) y otra en Zaragoza (km 309 de la A-2). Una solución puede estar en proyectos como el de la startup NamX, que ha creado un prototipo de coche alimentado por pila de combustible que funciona con cápsulas extraíbles. Es un sistema parecido al de las cafeteras o a los cartuchos de impresora, solo que en lugar de café o tóner, las cápsulas están llenas de hidrógeno.
El vehículo es un SUV de líneas futuristas. En la parte posterior dispone de siete tanques, de los que uno es el principal y los otros seis alojan las cápsulas de hidrógeno intercambiables. Cada cápsula se puede instalar en unos 30 segundos, en un proceso muy sencillo que se llevaría a cabo en estaciones desplegadas por la propia marca, aunque también se contempla la posibilidad de que los propietarios del modelo reciban los recambios a domicilio mediante un sistema de suscripción.
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