Aspectos como los costes, la seguridad y las prestaciones son claves para elegir entre un tipo de moto u otro.
La primera motocicleta se terminó de fabricar el 29 de agosto de 1885. Esa rudimentaria moto de hace 139 años tenía un motor de combustión interna de 264cc y apenas alcanzaba los 12 km/h. Casi un siglo y medio después, estos vehículos han experimentado una evolución tecnológica que los hace muy diferentes a la diseñada por Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach. Aunque las motos de combustión continúan siendo las más numerosas (97% del total en España), el mercado de las eléctricas no para de crecer. Pero ¿cuál es la mejor opción?
La respuesta a esta pregunta dependerá de la utilidad que queramos darle al vehículo. Para viajes largos, conducción por autopistas y usos lúdicos como las motos de campo, la opción más recomendable quizás sea la moto de gasolina por autonomía, mayor oferta de modelos de altas prestaciones y facilidad de repostaje. En cambio, si los desplazamientos van a realizarse en tramos fundamentalmente urbanos y las distancias recorridas serán de pocos kilómetros, las motos propulsadas por motor eléctrico salen victoriosas.
Cuando profundizamos un poco más en las ventajas y desventajas de cada tipología nos fijamos en tres aspectos básicos: costes, seguridad y prestaciones, además de otros que tienen más que ver con la sostenibilidad. En lo que afecta a nuestro bolsillo, si bien es cierto que el precio de venta de una moto eléctrica suele ser superior al de una de combustión de potencia similar, los gastos de mantenimiento suelen ser menores, por lo que esa diferencia se puede compensar en relativamente poco tiempo.
El ruido es otra diferencia fundamental: un motor silencioso es más respetuoso con el medio ambiente, pero menos seguro en condiciones de mala visibilidad
El apartado de la seguridad no está tan claro ni es tan evidente como el de los gastos de mantenimiento. Un factor fundamental de la seguridad en moto es la capacidad de respuesta y, en esa parcela, la moto eléctrica gana por goleada. El aprovechamiento de la energía en un motor de combustión es menor que en uno eléctrico, ya que gran parte de esa energía se pierde en forma de calor por la fricción entre las piezas mecánicas en las motos de gasolina. Además, la entrega de potencia también es diferente. En las motos eléctricas el par es inmediato, lo que se traduce en una aceleración desde cero muy eficiente y, por consiguiente, en la posibilidad de evitar situaciones de peligro con mucha rapidez. Por otra parte, las motos eléctricas tienen menos piezas mecánicas que las de gasolina y, en general, son bastante más ligeras. Ésta es otra ventaja a la hora de maniobrar con más agilidad y en frenadas de emergencia, ya que necesitaremos menos metros para detener la moto. Sin embargo, una moto con algo más de peso suele ser más estable y, sin duda, la estabilidad es un factor determinante en la seguridad. El ruido es otra diferencia fundamental entre ambos tipos de moto y, aunque un motor silencioso es mucho más respetuoso con el medio ambiente, también es menos seguro en condiciones de mala visibilidad, ya que la moto eléctrica puede pasar inadvertida a los conductores de otros vehículos.
Por último, cabe valorar las diferencias entre el rendimiento de las motocicletas eléctricas frente a las de combustión. Como avanzábamos, un motor eléctrico aprovecha hasta el 90% de la energía que produce, mientras que uno de combustión solo utiliza alrededor de un 25%. Esto significa que las prestaciones de una moto eléctrica son mucho mayores que las de una de combustión de potencia similar. Lo que ocurre es que, hoy por hoy y salvo algunos fabricantes que empiezan a apostar por la propulsión eléctrica, existen pocos modelos de altas prestaciones con motor de cero emisiones. Por el contrario, la mayoría de motos con cilindradas medias y altas todavía son de gasolina. Sin embargo, es más que probable que esta realidad del mercado vaya cambiando y encontremos cada vez más propuestas de motos eléctricas que resulten atractivas a los motoristas más exigentes.
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