Con el debate de la movilidad alternativa en las ciudades, la reducción de la contaminación y el cuestionamiento de los vehículos diésel, el vehículo eléctrico cobra fuerza como opción en el momento de un cambio de coche.
Una de las grandes dudas de los conductores hasta el momento de la compra de vehículo eléctrico es la forma de recarga del mismo. Sin embargo, se trata de un punto que no tiene complicación alguna en el día a día en un momento en el que cada vez existen más puntos de recarga, aunque sí debe ser un elemento a valorar antes de adquirirlo sobre todo debido al tiempo de “repostaje”. En la actualidad existen diferentes modos de recarga del coche eléctrico: carga convencional (lenta), carga semi-rápida (normal) y caga de alta intensidad (rápida).
La carga lenta es una de las opciones más cómodas para cualquier comprador, debido a que se conecta a red eléctrica doméstica. Sin embargo, provoca que el vehículo quede estacionado durante largos periodos de tiempo. Generalmente, este modo está reservado a aquellos vehículos con baterías de poca capacidad, ya que la carga que ofrece es de 16 A y 230 V.
Para aquellos conductores que opten por la carga normal, se diferencia de la carga lenta en la intensidad y potencia utilizadas, ofreciendo de 32A y 230V a 16A y 410V. El vehículo eléctrico quedará recargado en un plazo de 2 a 4 horas y los puntos de recarga (dotados del equipo wallbox) los pueden encontrar o utilizar en hogares, zonas comerciales o aparcamientos.
Por último, la opción rápida es más sencilla porque proporciona una velocidad de carga de entre 15 y 30 minutos y una potencia de hasta 50 kW. Principalmente, estos “electro-surtidores” se encuentran disponibles en diferentes estaciones de servicios.
El conductor que opte por este tipo de vehículo debe saber que la autonomía de los coches eléctricos depende de diferentes variables: la morfología del vehículo, el tipo de conducción, la climatología o el sistema de climatización, son algunas de las más relevantes a la hora de determinar la vida útil de la batería antes de cada repostaje eléctrico. En el caso de agotarse, tan sólo es necesario suministrar la energía suficiente para reiniciar su funcionamiento en cualquier punto de recarga. Diferentes webs, aplicaciones o sistemas de GPS como Chargemap o Electromaps ofrecen información relativas a los conductores que deseen saber dónde recargar su coche eléctrico.
La introducción del vehículo eléctrico como una opción más de movilidad depende de la adaptación de las ciudades. En España, las grandes urbes como Madrid o Barcelona ya presentan planes de movilidad y, sobre todo, de abastecimiento para este tipo de vehículos. Pero no solo las grandes están apostando por este cambio ya que otras como L´Hospitalet de Llobregat ya disponen de sistemas de electrolineras distribuidas por todo el casco urbano.
Aunque el coche eléctrico puede parecer una gran inversión respecto a los gasolina, la realidad es que el desembolso inicial acaba amortizándose en poco tiempo. No sabemos en qué momento la elección de un eléctrico se convertirá en la prioridad de los conductores, pero lo que está claro es que los agentes que pueden llevar al cambio como las ciudades y las marcas están apostando cada vez más por este tipo de movilidad.