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Ni metro, ni taxi… quizá en una de tus próximas visitas a la Gran Manzana puedas evitar atascos utilizando para desplazarte los taxis voladores. Empresas como Uber o Google están realizando pruebas para poder implantar estos vehículos en Nueva York en un futuro no muy lejano.
Los taxis voladores serán, a partir de julio de este año, una realidad en Dubái. La mayor ciudad de los Emiratos Árabes Unidos será pionera en adoptar este servicio de transporte dentro de su objetivo de convertirse en la primera ciudad con transporte "inteligente".
Los taxis voladores son drones con capacidad para un pasajero y su equipaje, con un peso de no más de 117 kilos. Tienen batería para un trayecto máximo de una hora o 50 kilómetros. Los taxis voladores de Dubái los construye la empresa china EHang, que lo presentó en la feria de electrónica de consumo CES de Las Vegas en 2016 con el nombre de 184 y son completamente sostenibles, pues utilizan energía eléctrica.
Para que te vayas acostumbrando a un lenguaje que será habitual dentro de muy poco, el prototipo actual de taxi volador se conoce con el nombre de e-VTOS (siglas en inglés de electric vertical take off and landing, algo así como despegue y aterrizaje vertical eléctrico) y las ‘zonas’ donde te podrás bajar y subir de ellos “vertipuertos”.
Así que en apenas un mes, en Dubái los pasajeros solo tendrán que acudir al vertipuerto más cercano y montarse en el taxi volador, seleccionar su destino en la pantalla y relajarse sabiendo que los atascos no le van a jugar -al menos de momento- ninguna mala pasada. El vehículo volará hasta el destino dirigido de forma remota desde un centro de control.
La seguridad es un tema que los fabricantes han tenido muy en cuenta. Para evitar interferencias o sabotaje, la comunicación entre el dron y el centro de control está encriptada y, para aumentar al máximo la seguridad, los taxis voladores están programados para aterrizar en la zona segura más cercana.
Uber y Google planean desarrollar su propio prototipo de taxi volador y el plazo que se dan para implantarlos es de diez años, ya que también implica la adecuación de zonas en lo alto de los edificios para subirse y bajarse. De momento, están realizando una lluvia de ideas para ver cuál es el prototipo que se llevará el gato al agua.