Lunes, son las nueve de la mañana. Jorge, un empleado de un edificio del futuro, concretamente un edificio inteligente, entra a su empresa mirando fijamente al objetivo de una cámara. Un lector de retina le reconoce y, mientras espera a subir en el ascensor, se entretiene reservando una sala de reuniones y pidiendo el desayuno a través del móvil. Previamente, le ha llegado un aviso: la mesa de trabajo que hoy tiene asignada está en la planta 14. Un par de horas después recibe en su pantalla otra notificación: han pasado dos horas y debe tomar una pausa. Se dirige a una sala de descanso para disfrutar de un refrigerio. Mientras tanto, selecciona la temperatura e iluminación idónea de la sala, y además reserva una plaza de garaje para su siguiente jornada.
Jorge es uno de los casos ejemplificadores en los que ni las casas inteligentes son cosa del futuro, ni tampoco los bloques de oficinas. Ahora que Amazon ha conseguido saltar la “última milla” e integrar a Alexa incluso en el microondas del hogar, existe un gran abanico de situaciones en las que la tecnología de los edificios del futuro puede ayudar en el día a día de las personas. Tecnologías como el Big Data, los sistemas inteligentes de gestión de inmuebles, y los miles de sensores que se instalan en ellos, suponen una gran disrupción en el sector de la construcción.
El esfuerzo de los arquitectos por erigir oficinas cada vez más eficientes energéticamente está dando paso a modelos más completos. Además de ahorrar energía, también intentan mejorar la productividad, la colaboración y el bienestar de las personas que trabajan en esos edificios. Algunos de ellos ya incorporan tecnologías tales como sistemas de iluminación avanzada, sistemas inteligentes de gestión de inmuebles y monitorización permanente del consumo de recursos.
Entre los edificios del futuro más destacados se encuentra The Edge, una edificación cuya actividad se monitoriza y analiza, gracias a más de 28.000 sensores, en tiempo real, el índice de ocupación de los lugares de trabajo o el estado de la limpieza de los baños. Incluso, puede detectar cuándo las máquinas de café se quedan sin suministro. Miles de detectores que, en el futuro, informarán de la calidad del aire de las oficinas, los niveles de ruido e incluso podrán predecir, a través de patrones de comportamiento, cuántos usuarios podrían estar presentes en un día determinado y organizar los servicios adecuadamente.
En el desarrollo de edificios del futuro no se debe obviar el impacto medioambiental, uno de los principales focos de trabajo en la construcción de nuevos inmuebles. Este es el caso de Mutua Madrileña, que ha sido galardonada por su gestión de la energía, ya que a través de su Programa Azul, ha conseguido ahorrar 1,5 millones de euros usando sistemas de gestión energética responsables, reduciendo además las emisiones de CO2 en 1,8 toneladas métricas en los últimos tres años. Energía que proviene, por otra parte, en un 100% de fuentes renovables.