especie de “manos libres” que funciona de forma similar a un ratón convencional, pero en lugar de ser la mano quien controla el movimiento del puntero, son los ojos.
Este sistema beneficia a personas con limitaciones de movilidad severa -que no pueden utilizar los sistemas convencionales de manejo del ratón para acceder a un ordenador- y a personas que padecen diferentes trastornos neurológicos progresivos, enfermedades de la neurona motora, parálisis cerebral…, en definitiva, afectados por limitaciones de comunicación.
El eye tracker o seguimiento ocular es el proceso de medir dónde miramos, y estas mediciones son realizadas por un rastreador ocular, que registra la posición de los ojos y los movimientos que realizan. El uso de esta nueva tecnología, fruto de la inteligencia artificial, capta el movimiento de los ojos y lo traduce en movimientos precisos dentro de una pantalla. Un desarrollo que ya ha generado un mercado global de 287 millones de dólares y se prevé que crezca un 27,4% anual hasta 2025.
De nuevo es la Inteligencia Artificial la “causante” de avances impresionantes a favor de las personas que sufren algún tipo de discapacidad. En este caso más para limitaciones de movimiento, pero para las limitaciones auditivas, por ejemplo, esta inteligencia ha logrado desarrollar de la mano de Google, un mecanismo capaz de traducir el lenguaje de signos con solo un smartphone.
En este negocio, la empresa española Irisbond, ha destacado por sus avanzados algoritmos de software y no ha dejado de crear soluciones basadas en I+D+i. que permiten a diferentes sectores como la automoción, robótica, medicina, gaming, neuromarketing, etc., poner en marcha sus proyectos de control de dispositivos utilizando únicamente los ojos.
El método resulta fiable, intuitivo, sencillo de usar, preciso y competitivo, ya que el usuario al que inicialmente va dirigido -personas con discapacidad- necesita un sistema que le permita mover el ratón del ordenador de forma muy precisa y tan solo con el movimiento de los ojos.
El método resulta fiable, intuitivo, sencillo de usar, preciso y competitivo, ya que el usuario al que inicialmente va dirigido -personas con discapacidad- necesita un sistema que le permita mover el ratón del ordenador de forma muy precisa y tan solo con el movimiento de los ojos.
Para todo este proceso es necesaria una fuente de luz infrarroja debido a que la precisión de la medición de la dirección de la mirada depende de una clara demarcación de la pupila, así como de la detección de la reflexión corneal. Y, las luces normales no pueden proporcionar tanto contraste. Además, como la luz infrarroja no es visible para los humanos, no causa ninguna distracción mientras se rastrean los ojos.
Eduardo Jáuregui, el fundador de Iris bond, no ha dejado de crear, desde 2013, soluciones basadas en la inteligencia artificial y llevarlas a todos los ámbitos: “Las aplicaciones son infinitas, desde acceder a diferentes funcionalidades durante la conducción de un vehículo, detectar los movimientos oculares de los clientes de una tienda para comprender qué atrae su mirada o elegir en nuestra televisión qué serie queremos ver sin necesidad de tocar el mando”, explica.
Por ello, ya desarrollar aplicaciones en diversos ámbitos. En la industria es posible usar los ojos para controlar las pantallas de ordenador mientras las manos las tenemos ocupadas u operando con elementos robóticos. Con esta tecnología se pretende optimizar la productividad de los trabajadores.
En el sector de la automoción, sirve para crear coches más seguros y avanzados. El seguimiento visual abre nuevos caminos a las técnicas de prueba al centrarse en la mirada del conductor.
En la neurociencia, es una técnica no intrusiva que analiza el comportamiento humano y comprende por qué tomamos ciertas decisiones, sabiendo dónde miramos y cómo reaccionamos ante lo que vemos.
Y en medicina, se accede al ordenador con la mirada, evitando contactos innecesarios con dispositivos en la zona estéril de las salas donde los cirujanos tienen que trabajar, aumentando la seguridad higiénica.
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