La nube proporciona cinco activos clave a las empresas.
El almacenamiento y gestión eficiente de datos son una necesidad real para el funcionamiento de cualquier compañía. Desde pequeñas startups hasta multinacionales, todas necesitan analizar información para tomar decisiones, mejorar la eficiencia operativa y mantener una posición competitiva en el mercado. Además, el crecimiento exponencial de datos en la era digital hace que la capacidad de manejar y extraer conocimientos de estos volúmenes masivos sea una necesidad imperiosa para cualquier empresa que busque innovar y crecer.
Aquí es donde entra en juego la nube, una herramienta cada vez más necesaria para las organizaciones modernas. El Cloud Computing, o computación en la nube, ofrece una serie de ventajas significativas, pero no está exento de desafíos. Entre las ventajas más evidentes, una es la capacidad de acceder a los datos desde cualquier lugar con conexión a Internet. Esto permite a los empleados trabajar de forma remota, lo que aumenta la productividad y la flexibilidad laboral. Otra fortaleza de la nube es la posibilidad que brinda para aumentar o reducir fácilmente la capacidad de almacenamiento según las necesidades, lo que permite una rápida adaptación a los cambios en la demanda. Cómo no, el ahorro se encuentra también entre las grandes virtudes del Cloud Computing, ya que se minimiza la necesidad de invertir en costosas infraestructuras de TI. Las empresas pueden pagar solo por los recursos que utilizan, lo que reduce significativamente los gastos. La seguridad constituye otro punto fuerte de esta tecnología ya que, al contrario de lo que muchas veces se piensa, la nube ofrece niveles de seguridad muy robustos. Los proveedores de servicios en la nube invierten grandes sumas de dinero en medidas de seguridad avanzadas, como encriptación de datos y firewalls, para proteger la información de sus clientes.
Para terminar con las ventajas del Cloud Computing, hay que decir que no solo ofrece beneficios económicos y operativos, sino que también contribuye a la sostenibilidad ambiental al reducir la huella de carbono de las empresas. Al migrar a la nube, las organizaciones pueden utilizar recursos compartidos de manera más eficiente, lo que conduce a una menor demanda de energía y una menor emisión de gases de efecto invernadero.
Y es que, según una encuesta, la nube proporciona cinco activos clave a las empresas: calculadoras o herramientas con las que medir su huella de carbono, optimización de datos mediante IA y Analytics, integración de la sostenibilidad en los procesos de gestión de costes, oportunidad de aprovechar la innovación para desarrollar nuevos ecosistemas digitales y reducir la huella de carbono en los modelos orientados a producto al aplicar la automatización y la optimización del código DevOps y AIOps.
La nube proporciona 5 activos clave: calculadoras de sostenibilidad, IA y Analytics, gestión de costes, innovación del ecosistema y nuevos modelos operativos TI.
Pero la tecnología de la nube sostenible también tiene algunas asignaturas pendientes, como son su dependencia a una conexión estable a Internet. Del mismo modo que la accesibilidad remota hace a la empresa más productiva, un corte en el suministro de la red supondría un parón en determinados procesos y afectaría muy negativamente a la productividad. Otro punto a tener en cuenta se refiere al cumplimiento de la normativa sobre protección de datos, un aspecto crítico que requiere garantizar la privacidad de terceros, sobre todo cuando la información que se maneja afecta a menores o colectivos vulnerables. Por otro lado, aunque los proveedores de servicios en la nube se esfuerzan por garantizar la disponibilidad del servicio, aún existen riesgos de interrupciones. Un fallo en los servidores del proveedor o un ataque cibernético pueden dejar a las empresas sin acceso a sus datos durante un período de tiempo significativo lo que, nuevamente, pondría en riesgo su productividad e incluso el desarrollo normal de su actividad.
En cuanto a la tipología del servicio, existen tres formatos de Cloud Computing. En primer lugar, el IaaS (Infraestructura como Servicio). En este modelo, los proveedores de servicios en la nube ofrecen infraestructura informática virtualizada, como servidores y almacenamiento, a través de Internet y se encargan de que el hardware funcione correctamente y no haya interrupciones de servicio. Los clientes alquilan esa infraestructura y tienen control total sobre el sistema operativo y las aplicaciones a través de un panel. El sistema PaaS (Plataforma como Servicio), proporciona a los desarrolladores una plataforma completa para desarrollar, ejecutar y gestionar aplicaciones sin la complejidad de construir y mantener la infraestructura subyacente. Esta solución es especialmente útil para desarrolladores y programadores. Por último, en el SaaS (Software como Servicio), el software se suministra al usuario a través de Internet bajo demanda. Los clientes pueden acceder al software a través de un navegador web sin necesidad de instalar o mantener ninguna infraestructura de TI. Por el tipo de nube contratada, éstas pueden ser públicas, privadas, híbridas, comunitarias o “multicloud”.
En conclusión, el Cloud Computing ofrece una serie de ventajas significativas que, con una planificación cuidadosa y la selección del modelo adecuado, las empresas pueden aprovechar al máximo, al mismo tiempo que se pueden minimizar los riesgos asociados.
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