Alain Coty, un ingeniero eléctrico francés de 83 años ya retirado, ha diseñado y producido un motor solar autónomo que puede funcionar durante 25 o 30 años sin ningún tipo de mantenimiento.
El secreto de este dispositivo, bautizado como Saurea, es que no contiene elementos susceptibles de desgaste por uso, como escobillas conmutadoras, ni componentes electrónicos delicados. Tan solo utiliza células fotovoltaicas, tanto para la fuente de energía de las placas solares como para canalizar la corriente a través de sus diferentes fases. Esta aparente simplicidad ofrece importantes ventajas con respecto a otros motores generadores de energía ya existentes. Por un lado, puede instalarse en lugares remotos y de pocos recursos, donde el acceso a piezas de repuesto es complicado y caro. Saurea es muy sencillo de instalar y su vida útil es tan larga como lo sean los paneles fotovoltaicos que equipa. Por otro lado, al llevar los paneles solares directamente conectados al motor, el aprovechamiento de la potencia es máximo. Esta virtud se pudo comprobar en la primera experiencia piloto que puso a prueba a este motor solar. El ensayo se realizó en una comunidad de mujeres en Mali (África), y el dispositivo fue capaz de bombear 14 metros cúbicos de agua al día desde una profundidad de ocho metros. Esta agua alcanzaba una superficie cultivada de una hectárea a través de un sistema de riego por goteo. Otro uso para el que demostró su eficacia fue el de proporcionar agua potable para una población de 600 personas.
Iniciativas como la de Alain Coty pueden hacer realidad el cumplimiento de un derecho humano reconocido por la Asamblea General de Naciones Unidas como es el derecho al agua y al saneamiento. Hoy en día, según el informe publicado por la UNESCO en nombre de ONU-Agua y presentado en la Conferencia de las Naciones Unidas celebrada en marzo de 2023 en Nueva York, 2.000 millones de personas (un 26% de la población mundial) no disponen de agua potable. Por otro lado, 3.600 millones de personas (el 46% de la población) carecen de acceso a un saneamiento gestionado de forma segura. Estamos hablando de que un gesto tan sencillo como abrir el grifo para beber agua o lavarnos las manos es un privilegio solo al alcance de algo más de la mitad de los seres humanos.
Saurea puede instalarse en lugares remotos y de pocos recursos, donde el acceso a piezas de repuesto es complicado y caro.
En palabras de Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, “es urgente establecer mecanismos internacionales sólidos para evitar que la crisis mundial del agua se descontrole. El agua es nuestro futuro común y es esencial actuar juntos para compartirla equitativamente y gestionarla de forma sostenible”. Esto pasa por un espíritu de cooperación internacional y solidaridad que priorice un reparto justo de los recursos hídricos, pero también por la financiación de estudios y proyectos científicos y tecnológicos capaces de revertir la crisis del agua.
En numerosas ocasiones, las dificultades de acceso al agua que persisten en muchas zonas del planeta tienen una relación directa con la pobreza energética. En este sentido, no solo el motor de Saurea supone un avance para mitigar este problema. Hay otros proyectos que también buscan la manera de generar energías sostenibles donde no siempre es fácil. Un ejemplo es el desarrollado por el español Pablo Vidarte que, basado en la biotecnología, encontró una fuente de energía en la descomposición de microorganismos. Otros sistemas ya recurren a la Inteligencia Artificial para optimizar la gestión de combustibles limpios. Es el caso de H2GO Pro, una empresa que ha diseñado sistemas modulares para almacenar hidrógeno. O el almacenamiento de aire comprimido y aire frío, dos ingeniosas tecnologías que permiten el realizar provisiones masivas.
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