Ya se habla del envejecimiento digital para referirse al daño que produce en la piel el uso y abuso de la luz azul, es decir, la que emiten nuestros ordenadores, smartphones, tablets y pantallas de TV.
No es que esta luz sea mala de por sí, de hecho, se sabe que la luz azul natural colabora en el mantenimiento de un buen ritmo circadiano (el ciclo de sueño y vigilia natural del cuerpo), ayuda a elevar el ánimo, estimula la memoria y la función cognitiva e, incluso, aumenta la agudeza mental. También se sabe que hay muchos tratamientos de luz Led Azul para revertir determinadas patologías, como es el caso del acné y la dermatitis atópica son muy comunes. Pero, como todo, se trata un tema de cantidad. Esta luz causa radicales libres en la piel que actúan degradando la unidad celular y acelerando la producción de arrugas. Además, cuando hay una sobreexposición a ella, el tejido empieza a trabajar generando mecanismos de protección y puede desencadenar también en problemas de pigmentación, al activarse los melanocitos y producir más melanina para intentar protegerse.
La sobreexposición a luz azul artificial emitida por fuentes de luz LED conlleva también un riesgo para la salud visual. Por ello, es necesario tomar las medidas adecuadas para proteger la vista si se usan de forma continuada dispositivos con pantallas digitales.
Y en estos tiempos en los que el teletrabajo y el confinamiento nos ha “obligado” e “incitado” a estar pegados a estos dispositivos para evadirnos, informarnos o para trabajar, durante más de 12 horas al día, las secuelas se han disparado. Quizá, cuando llegue la 5G con su baja latencia y su reducción de ondas electromagnéticas, las tareas se realizarán más rápidas y, por tanto, con menos tiempo de exposición y perjuicio para la salud.
Los dermatólogos parecen estar de acuerdo en que la luz azul, presente en los dispositivos móviles, son responsables del prematuro envejecimiento de la piel provocando manchas, deshidratación, arrugas, flacidez..., y también afecta a la vista provocando visión borrosa, vista cansada, dolor de cabeza y dolores cervicales. También se está estudiando la interferencia del exceso de la luz azul en el ritmo circadiano del organismo, de forma que puede perturbar el sueño y, por tanto, dejar la piel más opaca, enrojecida, hinchada y con ojeras.
De ahí que muchos de ellos recomienden, aparte de no abusar de su uso, proteger las pantallas con un filtro protector para luz azul (los móviles suelen tener la opción incluida, solo tienes que activar el icono 'Blue Light Filter'), no utilizar los dispositivos electrónicos a oscuras, activar el modo nocturno en todos sus usos para reducir la emisión de luz azul y reemplazarla por otra más amarilla y suave y corregir la postura de forma que el móvil o tablet quede a la altura de la vista (basta con levantar el brazo, aunque resulte incómodo) y al menos a una distancia de 20 cm. de los ojos.
Conviene también usar gafas con filtros en los cristales para reducir la exposición cuando se utilicen las pantallas. Así se tendrá una protección permanente y se evitarán las consecuencias, especialmente cuando haya que trabajar en las horas vespertinas. Los filtros son selectivos, actuando exclusivamente ante esa parte del espectro lumínico. Y pueden ser adaptados a cualquier clase de gafas, desde monofocales a progresivas. No hay que olvidarse de los niños, que cada vez empiezan a usar las pantallas más temprano y usan consolas de videojuegos.
Y respecto a la rutina de belleza, los dermatólogos recomiendan incluir sérums con Vitamina C por su alto poder antioxidante, así como una hidratación correcta con cremas ricas en antioxidantes mañana y noche (siempre tras una buena limpieza) y retinoles y alfahidroxiácidos de noche. Los fotoprotectores a diario deberán ser SPFS 15 o 30 en invierno y SPFS 50 en verano. También podemos tomar alimentos o suplementos antioxidantes.
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