Compartir
Las impresoras 3D están aquí para quedarse y cada día ofrecen más posibilidades para mejorar nuestra salud. El último avance son los huesos artificiales que permiten plantearse cirugías impensables, reducen el tiempo de quirófano y aceleran la recuperación, pero, ¿cómo funcionan?
La impresión de huesos artificiales tiene dos vertientes. La más avanzada y que ya se usa en muchos hospitales españoles permite al traumatólogo recrear de antemano la situación que se va a encontrar al abrir. De esta forma, ya no trabaja por aproximación y lo hacen de forma exacta, sin margen de error ni necesidad de improvisación y con placas y tornillos adaptados al hueso del paciente.
Para imprimir el hueso artificial se empieza por realizar un TAC a la lesión del paciente. Esta imagen se envía al ordenador que hace la simulación virtual e imprime dos versiones: la lesión antes de operar y la corregida. En los casos en los que es necesario, fabrica la placa individualizada que se empleará.
Esta cirugía planeada al milímetro que permiten las impresoras 3D acorta el tiempo de quirófano, la necesidad de anestesia general y reduce el tiempo de recuperación posterior. Además, se reduce el rechazo a las placas al ser estas adaptadas a cada paciente.
Pero por otro lado, las impresoras 3D abren una vertiente para fabricar huesos artificiales que puedan utilizarse en el paciente. Investigadores americanos han desarrollado una tinta que permite imprimir en 3D hueso sintético implantable y lo están probando en animales antes de hacerlo en humanos. Si funciona o sustituirá a los autoinjertos de hueso de otras zonas (quitar de una parte del cuerpo para poner en otra), a los tratamientos farmacológicos inyectables para prevenir la osteoporosis, a los implantes biomecánicos o al uso de masilla para solucionar la falta de cartílago.
Aunque el coste de la tecnología es elevado, lo es menos que el coste de volver a operar o de una baja médica, de ahí que hospitales españoles, incluidos los públicos, hayan empezado a utilizarla.