Los mini-hígados que han creado los científicos del Centro de Investigación de Genoma Humano y Células Madre (HUG-CELL) de la Universidad de Sao Paulo (USP), Brasil, replican funciones normales de este órgano tales como producir proteínas vitales, almacenar vitaminas y secretar bilis. Aunque todavía está lejos de un órgano de tamaño real y completamente funcional, es un paso fundamental hacia un objetivo tan desafiante. La bioimpresión, empleada cada vez más en el campo de la medicina, es la que lo ha permitido. Una innovación que hace posible la producción en laboratorio de tejido hepático en tan solo 90 días.
Mayana Zatz, directora de HUG-CELL asegura que: “Aún no se han logrado más etapas hasta que obtengamos un órgano completo, pero estamos en el camino correcto hacia resultados muy prometedores”. De hecho, los investigadores están convencidos de que, en un futuro muy cercano, en lugar de tener que esperar a un trasplante de órgano, se podrán tomar células del paciente y reprogramarlas para hacer un nuevo hígado en el laboratorio. Otra ventaja muy importante es la probabilidad cero de rechazo, debido a que las células provienen del mismo paciente.
La bioimpresora 3D utilizada por los científicos ha sido la Cellink Inkredible+. El equipo del Centro de Investigación utilizó grupos de células madre pluripotentes inducidas por humanos (iPS) en un bioenlace para producir tejido que mantiene las funciones hepáticas (hígado). Así explicaban la forma de proceder los investigadores: “En lugar de imprimir celdas individualizadas, desarrollamos un método para agruparlas antes de imprimir. Estos 'grupos' de células o esferoides son los que constituyen el tejido y mantienen su funcionalidad por mucho más tiempo”.
Después de producir el tejido hepático bioimpreso en 3D, las estructuras resultantes se dejaron madurar en cultivo durante 18 días. El tejido hepático transformado contenía hepatocitos, células vasculares y células mesenquimales. En general, la diferenciación, la bioimpresión en 3D y las etapas de maduración de la creación de los mini-hígados necesitaron 90 días.
En el complejo escenario de los trasplantes de órganos, España ha alcanzado un nuevo máximo histórico en su liderazgo a nivel mundial. Llevamos 28 años consecutivos siendo los primeros. Los últimos datos ofrecidos por la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) de 2019 señalan que con 49 donantes por millón de población (p.m.p) nos acercamos a los 5.500 trasplantes al año (de ellos, 1.227 fueron hepáticos) y aportó el 19,2 % de las donaciones en la UE y el 6,4% de todas las registradas en el mundo (34.096).
Sin embargo, y a pesar de la gran actividad trasplantadora que hemos alcanzado, cada día fallecen 10 personas en la Unión Europa esperando un trasplante. Y es que la lista de espera, pendientes de un órgano, sigue siendo larga. A 31 de diciembre de 2019, se situaba en 4.889 pacientes, de los que 93 eran niños. Estos mini-hígados creados con impresoras 3D pueden suponer el espaldarazo definitivo que se necesita para acabar con las listas “negras”.
La ventaja de ser ciudadano español a día de hoy es que, en caso de necesitar un trasplante, somos con diferencia y según la ONT, los que más posibilidades tenemos en el mundo de acceder a él. Instituciones públicas y privadas como la Fundación Mutua trabajan año tras año para incrementar el conocimiento y el desarrollo de iniciativas de investigación, que han permitido desde la creación de la primera lista de espera de trasplante de corazón urgente al desarrollo de nuevas tecnologías. Los avances en medicina se multiplican y ofrecen desde parches inteligentes que diagnotican la fibrosis quística hasta tatuajes invisibles que ayudan a detectar tempranamente el cáncer por la variación de calcio en la sangre, pasando por un smartphone que junto a la Inteligencia Arficial te puede diagnosticar una tuberculosis.
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