Si hay algo que podemos agradecer al Covid ha sido la carrera contrarreloj que emprendieron los laboratorios farmacéuticos para encontrar una vacuna que lo detuviera. Fue el uso de la tecnología de ARN mensajero la que se usó durante la pandemia para crear la vacuna contra el COVID-19 y la que ha está dando más frutos de los esperados de cara a nuevas vacunas. En esta ocasión, el ARNm va a ofrecer vacunas contra el cáncer, personalizadas contra múltiples tipos de tumores diferentes. Así lo ha anunciado el doctor Paul Burton, director médico de la compañía farmacéutica Moderna, quien afirmaba que “tendremos esa vacuna y será altamente efectiva: salvará muchos cientos de miles o millones de vida en todo el mundo”. La esperanzadora noticia marcaba como fecha el año 2030, momento en el que se espera tener las vacunas a disposición del mundo. Una noticia que se suma a las 30 innovaciones en salud que salvarán vidas de aquí a 2030.
Al utilizar el ARN mensajero en la vacunación contra el coronavirus, podría pensarse que esta tecnología solo serviría para enfermedades infecciosas, pero este avance de Moderna evidencia que no es así: “Se puede aplicar a todo tipo de áreas de enfermedades; en cáncer, enfermedades infecciosas, enfermedades cardiovasculares y enfermedades autoinmunes. Tenemos estudios en todas esas áreas y todos han demostrado ser tremendamente prometedores. Con una sola inyección, permitiría proteger a las personas vulnerables contra el covid, la gripe y el virus respiratorio sincitial (VSR)”, afirma el doctor Burton.
Las terapias de ARNm, que funcionan enseñando a las células cómo producir una proteína que desencadena la respuesta inmunitaria del cuerpo contra las enfermedades, podrían estar disponibles incluso para enfermedades raras para las que actualmente no existen medicamentos. Según Burton, “creo que dentro de 10 años nos acercaremos a un mundo en el que realmente se podrá identificar la causa genética de una enfermedad y, con simplicidad relativa, repararla usando tecnología basada en ARNm”.
La forma de actuar de estas vacunas contra el cáncer basadas en ARNm sería así: alertaría al sistema inmunitario sobre un cáncer que ya está creciendo en el cuerpo de un paciente, para que pueda atacarlo y destruirlo, sin destruir las células sanas. Esto implica identificar fragmentos de proteínas en la superficie de las células cancerosas que no están presentes en las células sanas, y que tienen más probabilidades de desencadenar una respuesta inmune, para después crear fragmentos de ARNm que instruirán al cuerpo sobre cómo fabricarlos.
Primero, los médicos toman una biopsia del tumor de un paciente y la envían a un laboratorio, donde se secuencia su material genético para identificar mutaciones que no están presentes en las células sanas. Luego, un algoritmo de aprendizaje automático identifica cuáles de estas mutaciones son responsables de impulsar el crecimiento del cáncer. Con el tiempo, también aprende qué partes de las proteínas anormales que codifican estas mutaciones tienen más probabilidades de desencadenar una respuesta inmunitaria. Y, a continuación, los ARNm para los antígenos más prometedores se fabrican y empaquetan en una vacuna personalizada.
Los científicos están convencidos de que la pandemia ha acelerado esta tecnología y también les ha permitido ampliar la fabricación, por lo que pueden producir grandes cantidades de vacunas muy rápidamente. Pero advierten que el progreso acelerado, que ha aumentado “en un orden de magnitud” en los últimos tres años, se desperdiciará si no se mantiene un alto nivel de inversión.
Pfizer, por su parte, también ha comenzado el reclutamiento para un ensayo clínico de última etapa de una vacuna contra la gripe basada en ARNm, y tiene la vista puesta en otras enfermedades infecciosas.
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