Este sistema de asistencia a la conducción reduce el riesgo de accidentes en hasta un 25%.
Uno de los avances tecnológicos más significativos de los últimos años, en lo que a seguridad vial se refiere, ha sido la incorporación de los Sistemas de Asistencia a la Conducción (ADAS, por sus siglas en inglés), que mejoran la estabilidad y el control del vehículo en situaciones difíciles. Entre estos sistemas, el ESP (Programa Electrónico de Estabilidad) destaca por su capacidad para corregir trayectorias, optimizar la adherencia de los neumáticos sobre el asfalto y, de ese modo, evitar salidas de la vía. Se trata, sin duda, de un elemento muy valioso para mantener el control del coche, especialmente cuando el firme está mojado o en condiciones de baja adherencia.
El ESP, también conocido como ESC (Electronic Stability Control) en algunos países, es un sistema electrónico que ayuda a mantener la estabilidad del coche, especialmente en maniobras de emergencia o en situaciones en las que el firme está resbaladizo, como lluvia, nieve o hielo. Su funcionamiento se basa en la integración de una serie de sensores que monitorizan en tiempo real la tracción, la velocidad y el ángulo de giro del volante, así como la aceleración lateral del coche. Estos sensores permiten que el sistema detecte, en fracciones de segundo, cualquier pérdida de agarre en alguna de las ruedas.
Cuando el ESP detecta una desviación entre la trayectoria deseada (marcada por el conductor mediante el volante) y la real, actúa de inmediato de manera automática. El sistema frena de forma selectiva una o varias ruedas e, incluso, reduce la potencia del motor si es necesario, para evitar que el vehículo derrape o gire de manera incontrolada. En situaciones de pavimento mojado, por ejemplo, esta función es crucial, ya que el riesgo de derrape aumenta significativamente. Sin el ESP, un coche puede acabar deslizándose y girando sobre sí mismo, una situación muy difícil de controlar una vez las ruedas han perdido adherencia. Ésta es una de las principales causas de accidentes por lluvia que, gracias al botón ESP, se podrían reducir.
El ESP ayuda a mantener la estabilidad del coche especialmente en maniobras de emergencia o en situaciones en las que el firme está resbaladizo
El ESP es solo uno de los múltiples sistemas de seguridad que encontramos en los nuevos vehículos y que están diseñados para prevenir accidentes o minimizar las consecuencias en caso de que ocurran. Aunque el ESP ha sido obligatorio en los vehículos nuevos en Europa desde 2014, su importancia no siempre es suficientemente valorada por los conductores. Según diversos estudios sobre seguridad vial, el ESP reduce el riesgo de accidentes en hasta un 25% y puede ser determinante en la prevención de derrapes en condiciones adversas. Por estas razones, el botón ESP debe permanecer siempre activado, excepto en casos muy específicos, como la conducción por nieve blanda o arena.
Además, es fundamental que los conductores entiendan que, aunque los sistemas electrónicos de ayuda proporcionan un nivel de seguridad adicional, no sustituyen la conducción prudente.
En conclusión, el ESP es uno de los mayores avances en seguridad activa y, junto con otros sistemas ADAS, aporta una protección que reduce la probabilidad de siniestros, sobre todo en condiciones meteorológicas adversas, y su uso adecuado contribuye a salvar vidas en las carreteras.
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