Con cada generación de automóviles que se lanza al mercado, vemos cómo la informática va ganando terreno a la mecánica. Da igual la marca que escojamos, esta realidad es una tendencia que no tiene marcha atrás. Al mismo tiempo, la evolución hacia el coche completamente autónomo obliga a añadir un elemento más al ya complejo universo tecnológico del automóvil: la conectividad. Para convertir a los conductores en pasajeros, los vehículos tienen que ser capaces de comunicarse entre ellos y con el entorno.
Cambiar la manera de fabricar coches implica una transformación de todo el sector y, en particular, de los servicios posventa. De los talleres y la cualificación de las personas que trabajan en ellos. A grandes rasgos se podría decir que la profesión de mecánico se va a parecer cada vez más a la del técnico informático que nos repara un ordenador. En este sentido hay que matizar que, por muy robotizado que esté, un medio de transporte que utilice ruedas para desplazarse siempre tendrá piezas mecánicas susceptibles de ser reparadas o sustituidas. Sin embargo, también es cierto que, al disponer de muchas menos piezas de fricción, el mantenimiento de los coches eléctricos se reduce notablemente.
La implantación de las redes 5G supone una revolución en la conectividad y abre un mundo de oportunidades para empresas especializadas en gestión de datos. Solo hay que ver que algunos coches actuales de última generación ya encierran unos cien millones de líneas de código, con la necesidad de actualizaciones que ello implica. Como dato, en 2018 el software fue la causa de la llamada a revisión de 18 millones de coches en Estados Unidos.
El 5G agilizará este tipo de procesos de una manera sorprendente. La enorme capacidad de transmisión de esta tecnología hará posible actualizar servicios en la nube. Es lo que se conoce como actualizaciones OTA (Over the Air) o “a través del aire”. Esta solución es un importante avance para el usuario, que no tendrá que llevar el coche al taller para que lo conecten a una pantalla porque esa tarea se podrá realizar en remoto. Al mismo tiempo, los talleres deberán actualizar sus sistemas de gestión, con softwares capaces de automatizar un volumen mucho más elevado de funciones, y contratar a nuevos perfiles profesionales.
Otro reto que se vislumbra como consecuencia de la automatización de los automóviles es la convivencia entre los coches autónomos y aquellos no plenamente conectados que seguirán circulando durante años. A este respecto es importante tener en cuenta un nuevo concepto basado en la conectividad permanente, tanto de vehículo a vehículo, como entre ellos y las infraestructuras viarias por las que circulan. Empresas como Ferrovial llevan tiempo trabajando en este sentido.
Según Dimitris Bountolos, director general de Sistemas de Información e Innovación de Ferrovial, esta capacidad de comunicación entre vehículos y entorno puede ser clave en un período en el que los coches con distintos niveles de automatización compartan espacio. Bountolos estima que esa etapa de transición puede durar alrededor de treinta años. Un escenario que exige un importante esfuerzo regulatorio y tecnológico que garantice la seguridad de los desplazamientos.
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