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Es algo similar a la caja negra de los aviones y su finalidad es registrar los instantes previos y posteriores a un accidente de tráfico. La información recogida ayudará a la reconstrucción del siniestro y podrá ser muy útil para evitar accidentes similares en el futuro. Este nuevo dispositivo está incluido en el sistema ADAS (por sus siglas en inglés: Sistemas Avanzados de Ayuda a la Conducción) y será obligatorio en los coches nuevos a partir del 6 de julio de 2022.
Con esta normativa en materia tecnológica, el Parlamento Europeo estima poder evitar hasta 25.000 muertes y más de 145.000 heridos graves en Europa en los próximos 18 años. Forma parte del programa “Visión Cero”, cuya ambiciosa aspiración consiste en eliminar por completo las muertes en las carreteras de la Unión Europea por accidente de tráfico de aquí a 2050. 2022 es la primera etapa de implementación para algunos dispositivos del sistema ADAS mientras otros, como el asistente de velocidad inteligente, se irán incorporando en años sucesivos a los equipamientos de serie de los vehículos matriculados en los países de la UE.
La ubicación de esta caja negra o EDR (Event Data Recorder o Registrador de Datos de Eventos) se encuentra debajo del asiento del conductor, atornillada al chasis, y es del tamaño de un teléfono móvil. A diferencia de las instaladas en los aviones, la de los coches no graba imagen ni sonido, pero contiene un chip que recoge información sobre diferentes parámetros como los movimientos de la dirección, las revoluciones del motor, la velocidad a la que circulaba el vehículo, la frenada, el funcionamiento de sistemas de seguridad como los cinturones y airbags, la fuerza del impacto o la posición del acelerador. Mientras el coche está conectado el sistema está en constante funcionamiento. Los datos se van registrando y, en el caso de producirse una colisión que haga saltar los airbags, se quedan grabados los registros desde 30 segundos antes hasta 5 después. En todo caso, los datos recogidos son anónimos, ya que el cometido de este dispositivo no consiste en dirimir la responsabilidad del accidente sino las circunstancias en que se ha producido.
La historia de este dispositivo se remonta a los años 70 del pasado siglo, cuando el desarrollo del airbag propició la utilización de un módulo electrónico registrador de alta velocidad. A través de sensores de impacto, aceleración y presión, de velocidad de las ruedas y de ocupación de los asientos, ese módulo tenía que ser capaz de grabar señales eléctricas de entre 1 y 5 milisegundos. Se le considera el primer EDR.
Ya en la década de los 90, la aplicación de estos módulos se extendió a los coches de competición y, a partir de 2000, su uso se empezó a extender a vehículos comerciales en Estados Unidos, sobre todo gracias a su estandarización, iniciada por General Motors, Ford y Chrysler. De hecho, la administración estadounidense encargada de la seguridad vial (NHTSA o National Highway Traffic Safety Administration) homologó esta tecnología y es obligatoria en todos los coches de EE. UU. y Canadá desde 2013.
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