El casco es el elemento más importante en el equipamiento de un motorista. Según datos de la DGT, usar casco reduce en un 44% el riesgo de sufrir lesiones en caso de accidente. Protege la cabeza frente a impactos directos con el pavimento u otros vehículos, absorbiendo además parte de la energía del golpe; evita la abrasión por deslizamiento en el pavimento en caso de caída e impide que insectos, gravilla u otros materiales golpeen la cara del motorista.
Sin embargo, no todos son igual de eficaces. La seguridad que aporta el casco al conductor de una motocicleta depende de su tipología, de los materiales con los que está hecho, del uso para el que esté destinado, de su antigüedad, del tipo de anclaje que tenga, de los cuidados que se le presten… Son muchos factores los que intervienen en la seguridad de un casco y también mucho lo que está en juego.
La primera reflexión antes de elegir el casco más apropiado debería ser: “el mejor que pueda comprar con mi presupuesto”. No se debe dar más importancia a la estética del equipamiento que a sus propiedades: el mercado ofrece muchísimas opciones, de manera que hay buenos cascos para todos los gustos.
En cuanto a su tipología, hay cuatro tipos de cascos. En primer lugar, el abierto o tipo “jet”, que protege todo el cráneo excepto la cara y la barbilla. Según el modelo, los laterales pueden llegar a cubrir el mentón. Algunos incorporan visera y pantalla para proteger los ojos. Se trata de un tipo de casco muy popular en climas cálidos y para trayectos urbanos, así como en motos tipo “custom”. Suelen ser más ligeros y menos voluminosos.
El segundo tipo es el modular o abatible. A diferencia del abierto, tiene una mentonera que se puede subir o bajar accionando un cierre. Cuando está bajada, el casco queda prácticamente igual que un integral, protegiendo cráneo, cara y barbilla.
El tercer tipo es el casco integral, cuya calota exterior es de una pieza y protege toda la cabeza. Al ser el que más superficie cubre, es el más seguro, pero también suele ser más silencioso que el modular y, por supuesto, que el abierto, por lo que reduce la fatiga en viajes largos. Muchos modelos de casco integral y modular cuentan con sistemas de ventilación para refrescar el interior durante la marcha.
Por último, están los cascos de motocross, que son integrales diseñados para uso fuera de asfalto. Son algo más ligeros y, normalmente, tienen una voluminosa visera.
En cuanto a los materiales, los hay de plásticos como el policarbonato, de fibra de vidrio, de tricomposite y de fibra de carbono. Los primeros son los que encontramos en modelos de gama baja. Son más pesados y también menos seguros. La fibra de vidrio ofrece una buena resistencia a los impactos y es el material utilizado en cascos de gama media. El tricomposite es una mezcla de fibras como el kevlar, la fibra de carbono y la fibra de vidrio. Son cascos ligeros y muy resistentes, con una buena relación calidad precio. Por último, los de fibra de carbono son los más ligeros y resistentes, aunque también los más caros.
El cierre es otra característica importante del casco que puede aportar un nivel extra de seguridad. El de doble anilla es el homologado en competición, más seguro que el cierre micrométrico.
Por último, hay que tener en cuenta que un casco no dura para siempre. Los materiales pierden propiedades y su efectividad se ve reducida con el paso del tiempo. La media de uso útil suele estar entre los tres y cinco años, si bien es cierto que hay cascos de gama alta que pueden llegar a mantener sus propiedades intactas hasta los 8 o 10 años. Para que el casco no se deteriore antes de tiempo, es fundamental dedicarle ciertos cuidados, como una adecuada limpieza, evitar los golpes y guardarlo en su funda para que no se raye.
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