El Plexiglas Six DeLuxe, bautizado en la época como “coche fantasma”, fue presentado en la Exposición Universal de Nueva York de 1940. Su peculiar carrocería de plexiglás, un nuevo material desarrollado por la compañía química Rohm & Haas, dejaba ver la estructura interior de este Pontiac basado en el diseño del Sedan Touring de cuatro puertas.
El coste de fabricación de este prototipo fue de 25.000 dólares, equivalente a 500.000 dólares de ahora. Tras pasar por varias manos, en 2012 se subastó por 700.000 dólares y lo adquirió un coleccionista estadounidense que lo conserva en perfecto estado.
Otro diseño sorprendente que, como el “coche fantasma”, no llegó a fabricarse en serie fue el Firebird XP-21 de 1953. El objetivo de General Motors en este caso era demostrar la capacidad propulsora de las turbinas de gas que fabricaba la propia compañía. Así, el Firebird se inspiraba en la industria aeronáutica y se convirtió en el primer coche impulsado por una turbina.
También basado en los fundamentos de la aviación nació el Chrysler Ghia “Gilda” Streamline X. Creado por el profesor Giovanni Savonuzzi en 1955, el propósito de este prototipo era combinar la comodidad y amplitud del habitáculo con un diseño aerodinámico que mejorara el comportamiento dinámico del coche.
Algunos años antes, en 1941, Walter P. Chrysler ordenó a Ralph Roberts y Alex Tremulis diseñar un coche basado en el Chrysler Crown Imperial. El resultado fue uno de los prototipos más sorprendentes de la historia del automóvil: el Chrysler Thunderbolt. Se trataba de un convertible de gran tamaño con capota rígida retráctil y líneas redondeadas que llevaba un motor de 8 cilindros y 143 caballos de potencia. La premisa de esta propuesta era la aerodinámica y, para mejorarla, además de sus formas curvas se optó por eliminar cualquier elemento que sobresalieran de la carrocería, dejando un diseño minimalista de gran personalidad.
Pero fue en 1970 cuando llegaron dos de los prototipos más radicales en cuanto a aerodinámica se refiere. El Lancia Stratos Zero, presentado en el Salón del Automóvil de Turín, y el Ferrari 512 S Modulo, que se desveló en el Auto Show de Ginebra del mismo año.
En las últimas décadas se han seguido presentando propuestas sorprendentes. Algunas incluso han llegado a los concesionarios sin haber sufrido apenas variaciones, como el Audi TT en 1996, el Alfa Romeo 4C en 2014 o el BMW i8 en 2016. Veremos si los últimos prototipos de coches voladores, como el Model A de Alef Aeronautics, logran ocupar su lugar en la historia de la industria automovilística.
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