Se trata de una tecnología veterana, pero con mucho futuro. Decimos que es veterana porque, aunque con información muy básica sobre velocidad y poco más, empezó a utilizarse en el sector de la automoción en 1988 de la mano de Oldsmobile y Nissan primero, y General Motors algunos años después. Estos primeros pasos del Head-up-Display para coches eran una herencia directa de la tecnología utilizada en la década de 1940 en aviones de combate británicos.
En los últimos años, los sistemas HUD han evolucionado mucho y suponen una importante apuesta por la seguridad en la conducción. Su funcionamiento consiste en la proyección de información, bien en la superficie del propio parabrisas, superponiéndose a la vista real del exterior, o bien en una banda situada sobre el salpicadero, en la parte inferior del parabrisas. Últimamente también se han lanzado al mercado dispositivos HUD portátiles, que se conectan mediante bluetooth al smartphone del usuario y proyectan indicaciones de navegación en el cristal.
En cuanto a los datos que se pueden visualizar, más allá de instrumentos como el velocímetro, cuentarrevoluciones o nivel de combustible, se muestra información contextualizada del entorno por el que se circula en tiempo real. En las últimas versiones, la integración de la realidad aumentada en estos sistemas permite obtener alertas sobre obstáculos, otros vehículos que circulan cerca, peatones o alteraciones del tráfico por obras u otras incidencias. De hecho, la evolución natural de esta tecnología es que llegue a mapear por completo el entorno, minimizando el riesgo de distracciones y ayudando al conductor a anticiparse a cualquier imprevisto.
También, con el avance de los coches autónomos, todo el parabrisas podría convertirse en una plataforma inmersiva de entretenimiento para hacer los recorridos más amenos cuando no haya que conducir.
Pero, antes de que llegue ese momento, centrarse en la carretera seguirá siendo una prioridad y los Head-up-Display un aliado fiel de la seguridad. Y es que esta tecnología reduce el tiempo que se necesita para procesar información importante durante la conducción: la vista se mantiene en la carretera y se utiliza la visión periférica para asimilar datos relevantes en menos de un segundo.
Entre los desafíos a los que se enfrenta esta tecnología destaca la necesidad de encontrar un equilibrio entre la cantidad de información que se muestra y la capacidad de procesarla por parte del conductor. En este sentido, también será esencial evitar la sobrecarga visual: organizar la información priorizando las alertas de seguridad, simplificar el diseño de los iconos y mensajes o categorizar los datos según su relevancia. Así, las indicaciones más críticas aparecerían nítidas, mientras que la información secundaria tendría menos protagonismo.
También se está trabajando en ampliar el rango de visión horizontal, para conseguir pasar de los 10º que cubren los HUD actualmente a unos 20º. Por otro lado, se busca un perfeccionamiento en las distancias sobre las que se proyecta la información. Actualmente, las indicaciones se obtienen independientemente de la velocidad a la que circula el vehículo, y el objetivo para un futuro próximo es que es que la distancia de las imágenes se ajuste a la velocidad permitiendo una conducción más natural.
Además, se está trabajando en una mejora de los gráficos tanto a nivel de nitidez como de integración en el entorno, ajustando valores como el brillo o la opacidad. Estas mejoras, junto al desarrollo tridimensional de las imágenes, a modo de hologramas, persiguen un resultado de visión optimizado en el que la tecnología de proyección también juega un papel fundamental. En este sentido, se está pasando de emplear pantallas de proyección LCD-TFT a procesadores de luz digital, microLEDs y otros sistemas más avanzados.
© Imágenes: Shutterstock.
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