Compartir
La reserva de un coche es la cantidad mínima de combustible que debe tenerse en el depósito, según lo recomendado por el fabricante, para garantizar el correcto funcionamiento del vehículo. Se trata de una medida de precaución, que suele estar entre los 5 y 8 litros, para evitar que el motor se pare por falta de combustible, dando al conductor la posibilidad de encontrar una gasolinera antes de que esto ocurra. Y, a medida que los niveles de combustible disminuyen, el vehículo puede acumular residuos en el fondo del tanque que podrían dañar distintas partes del motor, ya que éste se ve obligado a trabajar más y, como consecuencia, la aspiración del combustible no se realizará correctamente, creándose burbujas en el circuito. Esto, a su vez, podría provocar que el circuito del motor se caliente mucho e incluso llegue a dañarse. En el caso del combustible diésel, puede entrar aire en el circuito del motor y en el sistema de inyección, lo que hace imposible restablecer la presión de arranque normal. En este caso, y si el coche se ha quedado sin nada de combustible, lo mejor es llamar a una grúa y llevarlo al taller.
Los residuos e impurezas que se van acumulando pueden provocar averías. Los depósitos de gasolina de los modelos más recientes están fabricados con un plástico especial que no se daña ni se oxida, pero con el tiempo, el propio combustible comienza a acumular sedimentos en el fondo del depósito. Si se llena el tanque antes de que se encienda la luz de combustible, el sedimento no llega a la bomba de combustible ni al circuito de suministro. Si, por el contrario, se conduce a menudo con la luz de combustible encendida, la bomba del automóvil puede terminar obstruyendo los filtros de combustible u otros componentes del sistema de inyección. Al tener poco combustible en el depósito, la bomba tiene que trabajar más, especialmente al subir o bajar pendientes o circular por zona de curvas, ya que el combustible se mueve alrededor del tanque durante estas maniobras. Esto hace que la bomba se sobrecaliente, provocando un mayor desgaste, y también puede conllevar problemas de encendido y combusión inadecuada que sobrecargue el catalizador.
A los problemas mecánicos se suman los de seguridad: aunque el Reglamento General de Circulación no recoge quedarse sin gasolina como infracción, pueden darse circunstancias que sí acarren una multa si no se actúa correctamente.
Por otra parte, si se considera que quedarse sin combustible es resultado de una conducción negligente o una falta de previsión que pone en riesgo la seguridad vial, también se puede imponer una sanción económica. De igual manera, los agentes de tráfico podrían sancionar al conductor si constatan que la maniobra para aparcar el vehículo en el lugar correcto se ha llevado a cabo sin dirección asistida o asistente de frenos, como ocurre cuando el vehículo se queda sin combustible. Por último, transportar gasolina en recipientes no homologados, como botellas de plástico, latas o bolsas, también está sancionado y, al margen de la multa, es una práctica peligrosa debido a la liberación de gases y la naturaleza inflamable del combustible. Por lo tanto, es fundamental evitar el uso de cualquier envase que no cumpla con las regulaciones al recoger combustible en la gasolinera más cercana.
© Imágenes: Shutterstock
Mutua Madrileña no se hace responsable del producto objeto de la presente entrada ni de las consecuencias de cualquier acción realizada en base a la información proporcionada. Esta información, obtenida de fuentes públicas, no supone, en absoluto, una recomendación de compra ni garantiza la calidad, disponibilidad y/o accesibilidad de los productos indicados.
Blog ÓN
Comité de contenidos