El momento más peligroso de conducir en mojado es cuando el pavimento empieza a recibir el agua, pero todavía tiene partes secas. En esta situación la superficie es especialmente resbaladiza debido al barrillo que forman las gotas de lluvia con el polvo de la carretera. No te confíes porque veas poca agua y extrema la precaución. Las frenadas deben ser en recto, lo más suaves posible y dando protagonismo al freno trasero. Si dispones de ABS y lo llevas desactivado, es el momento de conectarlo.
Con el asfalto mojado, la adherencia del neumático es menor y la manera de trazar las curvas también es diferente. Además de moderar la velocidad, la inclinación de la moto ha de ser menos pronunciada. Para contrarrestar la fuerza centrífuga puedes desplazar el peso del cuerpo en dirección a la curva, pero, insistimos, inclinando menos la moto. También es fundamental manejar el manillar y el cambio con mucha más suavidad.
Aunque parezca obvio, tendrás que aumentar la distancia de seguridad por tres motivos principalmente. En primer lugar, porque la visibilidad es mucho peor. Recuerda que los coches llevan limpiaparabrisas pero los cascos no, aunque existen productos que repelen el agua de la visera. También es recomendable separarse del vehículo delantero para no ser alcanzado por el agua que desprenden sus neumáticos y, por último, para compensar la falta de agarre en caso de tener que frenar bruscamente.
Otro de los riesgos añadidos al motorista cuando llueve son los patinazos por rodar sobre superficies resbaladizas como pasos de cebra, tapas o rejillas metálicas o las hojas caídas de los árboles. En ciudad, el carril bus tampoco es muy recomendable, ya que suele estar en peor estado que el resto y puede tener restos de grasa. En general, la circulación por ciudad con lluvia se complica bastante en una motocicleta. La escasa visibilidad lateral de coches, furgonetas y autobuses pueden darte más de un susto en giros y cambios de carril.
La equipación del motorista siempre es muy importante y con lluvia, todavía más. Si al agua se suma la llegada del frío, la sensación térmica en moto es muy desapacible, pero este inconveniente se puede resolver con un buen equipamiento. Un casco con visera abatible evitará que tengas que conducir con los ojos llenos de agua. El calzado debe ser lo más adherente posible, con suela de goma. Lo ideal son unas botas de caña alta o media para conservar los pies secos. En camiseta y pantalón corto jamás se debería ir en moto, pero si además te pilla un chaparrón no es nada confortable. Además, en caso de caída te arriesgas a sufrir lesiones mucho más graves que si te pones una cazadora con protecciones de espalda, codos y hombros. Que además lleve parches reflectantes ayudará a que los demás conductores te vean a través de la lluvia. Por último, aunque no menos importante, unos guantes con refuerzos en palmas y nudillos te protegerán las manos si tienes un accidente.
El exceso de confianza es el peor enemigo del motorista. Recuerda que tu seguridad no depende solo de tu experiencia sobre las dos ruedas, sino de otros muchos factores e imprevistos.
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