En las décadas de los ochenta y noventa comenzaron a realizarse pruebas para conseguir vehículos autónomos y, hace unos años estos automóviles conquistaron el ámbito de la movilidad. Desde entonces, no hay fabricante que se resista a desarrollar coches que conduzcan solos. Y, aunque muchos de nosotros demandamos esta necesidad, las marcas de coches son conscientes de que la sociedad necesita acostumbrarse gradualmente a este proceso.
Gracias a la tecnología, estos automóviles disponen de un equipo de sensores, procesadores y un software integrado, que hacen que el coche conduzca por sí mismo. No obstante, aún no es una tarea fácil, ni económica. Actualmente, este proceso tecnológico necesita un bagaje para llegar hasta a un nivel de perfeccionamiento. Mientras tanto, los organismos han estipulado diferentes niveles de conducción autónoma.
Uno de los pioneros en realizar una clasificación de los distintos niveles de conducción autónoma fue la agencia federal NHTSA. En el 2013, clasificó cinco niveles de conducción autónoma. Organismos como BASt y OICA siguieron su ejemplo, pero SAE, la sociedad de ingenieros automotrices, creó una clasificación totalmente diferente al año siguiente. Ésta contaba con seis niveles de automatización y, hasta la fecha, es uno de los más extendidos y aceptados. Este estándar se encuentra disponible en la propia página web del organismo.
En él, el conductor encontrará información relativa al funcionamiento del vehículo, a los posibles usuarios y a los niveles de conducción autónoma. Cada nivel indica la capacidad mínima que debe tener el vehículo con respecto a la automatización de funciones:
Nivel 0: Las tareas dinámicas de conducción son realizadas por el usuario.
Nivel 1: El vehículo ya cuenta con sistemas de automatización de la conducción. El conductor ya no tiene que realizar tareas relativas al movimiento, pero debe estar atento al volante, dado que el sistema está limitado ante ciertas condiciones.
Nivel 2: Es similar al nivel 3, pero existe una autonomía parcial. El conductor ya no tiene que hacer tareas relativas al movimiento, pero debe estar atento a todo lo que sucede.
Nivel 3: El usuario debe estar preparado para intervenir si el sistema lo requiere en caso de fallo o pérdida de las condiciones de funcionamiento. El conductor a veces interactúa con el vehículo y otras no.
Nivel 4: Desaparece la figura del conductor. No hace falta que intervenga si el sistema falla, puesto que cuenta con un sistema de respaldo para actuar y evitar riesgos.
Nivel 5: No es necesario el conductor. Existe una autonomía total de la conducción y el vehículo podrá seguir conduciendo en todo momento o circunstancia.
Gracias al desarrollo tecnológico ya disponemos de coches autónomos que superan el nivel 2 de conducción. Por ejemplo, ya puedes evitar riesgos o accidentes gracias al sistema AEB o experimentar como la realidad aumentada llega a los parabrisas de nuestros coches con HUD.