Su uso está especialmente recomendado en zonas donde son frecuentes las lluvias y las nevadas.
Al conducir en invierno es fundamental prestar una atención especial a los sistemas de nuestro vehículo que más intervienen en la seguridad, muchas veces comprometida por la climatología y el estado de las carreteras. Estos puntos que forman parte del equipamiento son los que afectan a la visibilidad, como los limpiaparabrisas y el depósito de líquido lavaparabrisas anticongelante. El funcionamiento de todas las luces y una calibración correcta de los faros para no deslumbrar a otros conductores.
También es preciso revisar el estado de la batería, cuyo rendimiento se somete a un sobreesfuerzo en esta época por tener que alimentar a un mayor número de sistemas electrónicos. El sistema de climatización es otro factor esencial, tanto para mantener una temperatura agradable en el habitáculo como para desempañar los cristales eficazmente. Por supuesto, los frenos y la dirección deben estar en perfecto estado y, también relacionado con la tracción, la adherencia de nuestros neumáticos en condiciones de frío, lluvia, nieve e incluso eventuales placas de hielo.
Para garantizar un agarre adecuado y mucho más eficaz que las cadenas en esas condiciones, es recomendable el uso de neumáticos de invierno. En algunos países de Europa, como Alemania, Finlandia, Estonia, Suecia o Islandia, son obligatorios para la conducción invernal en determinadas épocas del año. En otros, como Francia, lo son en algunas carreteras y, en toda la Unión Europea, se recomienda su utilización en carreteras de montaña y épocas de frío. En el caso concreto de España, el uso de neumáticos de invierno es especialmente recomendable en zonas donde son frecuentes las lluvias y las nevadas: Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco o La Rioja. También en zonas cercanas a los Pirineos de Aragón y Cataluña, así como en áreas montañosas de Castilla-León, Castilla-La Mancha, Madrid, Extremadura, Aragón y en puntos concretos de Andalucía, como Sierra Nevada.
Los neumáticos de invierno están especialmente diseñados para mejorar la adherencia a temperaturas inferiores a 7 grados centígrados, tanto en seco como sobre agua, hielo o nieve. Esto se explica por dos características: la composición de su goma, más blanda que en lo neumáticos normales y mixtos, y el diseño de su huella. En este apartado influyen dos apartados. En primer lugar, disponen de grandes canales para evacuar más cantidad de agua o nieve. Y, por otra parte, sus tacos presentan unos cortes en forma de zigzag que, al apoyar, se abren en forma de dientes de sierra que mejora el agarre. Como resultado, el uso de este tipo de gomas aporta una experiencia sobre nieve similar a transitar por un camino de tierra con neumáticos normales. El control sobre la dirección y los frenos es muy aceptable y, por eso, también pueden dar una falsa sensación de seguridad. No debemos olvidar que en condiciones climatológicas adversas debemos extremar las precauciones, aumentar la distancia de seguridad y disminuir la velocidad al menos un 30% sobre nieve.
Mejoran la adherencia a temperaturas inferiores a 7ºC, tanto en seco como sobre agua, hielo o nieve.
Lo ideal cuando se montan neumáticos de invierno es usarlos en los meses en que la temperatura no supera los 7 grados, ya que a temperaturas superiores su comportamiento pierde eficacia. Pasado el invierno, es recomendable volver a instalar los neumáticos normales y guardar los de invierno para la siguiente temporada si todavía conservan un dibujo de al menos 3 milímetros de profundidad y se pueden reutilizar. Eso sí, tras cada montaje es importante pedir en el taller que se realice un paralelo.
Fabricantes como Goodyear ya están creando neumáticos inteligentes capaces de regenerar su banda de rodadura. Se trata de un paso previo al objetivo de conseguir unas cubiertas que se adapten al tipo de conducción, al estado de la carretera y a las condiciones climatológicas.
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