Controlar el nivel de ruido generado por los coches e imponer multas a los vehículos ruidosos para combatir la contaminación acústica va a ser posible gracias a unos radares que están empezando a introducirse en gran parte de Europa.
El ruido no solo es molesto a la hora de querer conciliar el sueño. La denominada contaminación acústica es un grave problema de salud pública y también una de las principales causas de contaminación. Aunque está por detrás de la contaminación atmosférica, parece que el ruido afecta en mayor medida a los indicadores sobre la calidad de vida y la salud mental.
La Organización Mundial de la Salud asegura que alrededor del 40% de la población europea está expuesta al ruido del tráfico rodado a niveles superiores a los recomendados (por encima de 55 dB). Esto puede provocar no solo problemas para dormir, sino también altos niveles de ansiedad y estrés. Por su parte, la Agencia Europea de Medio Ambiente añade que la exposición a ruidos nocivos puede, incluso, causar diabetes, accidente cerebrovascular e infarto de miocardio.
Por tanto, no es de extrañar que en Europa se haya comenzado a tomar medidas para intentar controlar el nivel de ruido generado por los vehículos. Y han sido los ingenieros de Bruitparif (organización ambiental sin ánimo de lucro, responsable de monitorear el ruido ambiental en la aglomeración de París) los que han creado un radar que consta de una cámara de 360º y antena acústica con cuatro micrófonos que monitorea el ruido. Este radar es capaz de medir no sólo los niveles de decibelios cada décima de segundo, sino que además puede señalar la dirección desde la que provienen los ruidos.
A partir de ahí, el dispositivo crea una imagen de una “estela acústica”, que aparece como un rastro de puntos de colores que se originan en la fuente en movimiento del ruido. Al igual que cualquier otro radar instalado en ciudades o carreteras para detectar vehículos contaminantes, si determina que los decibelios emitidos por un vehículo al pasar por uno de los puntos de la cámara exceden el nivel de ruido permitido, entonces toma una fotografía de la matrícula y se le impone una multa, que, dependiendo del límite legal de decibelios superado, podría oscilar entre los 90 y 600 euros. En este último caso, en el que se superaría el límite en más de siete decibelios, también se inmovilizará el vehículo.
Se ha constatado que los mayores infractores son las motos, tanto las más antiguas como las más nuevas cuyos tubos de escape estándar se pueden silenciar de forma rápida y económica. Y, por su parte, los fabricantes de automóviles pueden lograr que sus coches de alto rendimiento sean más silenciosos utilizando válvulas de escape móviles que mantienen bajos los decibelios durante las pruebas.
Francia y Suiza comenzaron a probarlos en 2019, y podrían ir instalándose en más ciudades europeas con el paso de los años. Según la DGT, a medio plazo no tienen previsto empezar a utilizar ningún radar nuevo y, de hacerlo, sería más adecuado instalarlos en las ciudades que en las carreteras. Por tanto, si llegaran a nuestro país, será responsabilidad de cada ciudad española el establecer sus propios límites máximos de ruido.
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