Para mantener un coche en perfecto estado al menor coste posible, es fundamental anticiparse a las averías respetando el calendario de revisiones recomendado por el fabricante. Pero, además de visitar el taller para cumplir con estas revisiones periódicas y de otras rutinas sencillas como vigilar el nivel del aceite o la presión de los neumáticos, hay otras recomendaciones que tienen más que ver con nuestra forma de conducir. Se trata de buenos hábitos que nos pueden ahorrar mucho dinero. Evitar los bordillazos realizando las maniobras de aparcamiento con precaución, no conducir con la mano apoyada en el pomo de la palanca de cambios, cuidar el embrague o no forzar el motor son algunos de ellos.
La regla del minuto es otro de esos hábitos de conducción que pueden ahorrarnos mucho dinero. Tiene que ver con el cuidado del turbo y consiste en mantener el motor al ralentí un minuto antes de empezar a circular y, sobre todo, un minuto después de llegar al destino. La explicación de por qué es recomendable este procedimiento se encuentra en el propio funcionamiento del turbo.
El turbocompresor es una pieza casi indispensable en los motores modernos, que buscan una mayor eficiencia energética sin renunciar a las prestaciones. Gracias a este elemento, los fabricantes pueden reducir las emisiones limitando la cilindrada de sus motores al mismo tiempo que mantienen la potencia. Por tanto, técnicamente se trata de un sistema de sobrealimentación para motores de combustión interna.
Cuando el turbo recoge parte de los gases del escape y los usa para introducir más aire en el cilindro, se logra una combustión más rica en oxígeno y como consecuencia de ello, más potencia. Este proceso se lleva a cabo a través de dos turbinas comunicadas por el llamado eje turbina o eje coaxial. La primera de esas turbinas se encuentra antes del sistema de escape y es la encargada de derivar gases a la segunda y de ahí al combustor. En el proceso, las altas temperaturas que alcanzan los gases obligan a lubricar y refrigerar el motor mediante aceite y para que esa lubricación sea adecuada y los líquidos lleguen a todas las piezas, el motor debe alcanzar una temperatura óptima. Esa es la razón por la que no es conveniente revolucionarlo mucho al arrancar y se recomienda la regla del minuto antes de circular.
Por otro lado, al apagar el motor el aceite lubricante deja de circular y pueden quedar restos entre las piezas que, al estar tan calientes, queman ese aceite estancado generando posos. Esas impurezas sólidas acortan la vida útil del turbo y aumentan el riesgo de avería. El coste de reemplazar el turbo de un coche depende de la pieza que haya que reparar o reemplazar y del modelo de que se trate, aunque se trata de una de las averías más caras que pueden surgir.
Algunos de los grandes fabricantes de automóviles, como Porche, están poniendo en marcha proyectos basados en la inteligencia artificial para detectar averías o prevenir su aparición. Pero, hasta que ese tipo de ayudas sean eficientes, deberemos seguir adoptando buenos hábitos para el cuidado del vehículo. Además, si eres mutualista, tienes a tu disposición la revisión anual de seguridad gratuita, en la que se verificará el estado de los componentes que influyen directamente en la seguridad activa de tu vehículo.
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