La seguridad es el aspecto al que más recursos dedican los fabricantes de automóviles. Muchos de los grandes avances en seguridad inventados por los ingenieros se han acabado por convertir en obligatorios, como el cinturón de seguridad, los intermitentes o los retrovisores exteriores.
La incorporación de elementos tecnológicos que aumentan el confort y la seguridad en la conducción ha ayudado a reducir la mortalidad en carretera hasta el 70% en 20 años. De hecho, 2020 fue el año con menos fallecidos en accidente de tráfico de la historia en España. A pesar del sesgo por las restricciones de movilidad durante la pandemia, este dato refleja una tendencia de descenso continuado, tanto en la siniestralidad como en la mortalidad.
Por poner un ejemplo de cómo estos avances cobran cada vez mayor importancia en los nuevos modelos que se lanzan al mercado, el Citröen ëC4 100% eléctrico incorpora 20 tecnologías que van en este sentido. Sin embargo, esta realidad no es algo que haya ocurrido de la noche a la mañana. Siguiendo con el fabricante galo, en los años 70 del pasado siglo ya se trabajaba para minimizar el tiempo de reacción de los conductores ante situaciones de peligro y mejorar el comportamiento del vehículo. Así, el Citröen GS incorporaba mandos intuitivos y ergonómicos que facilitaban su manejo, así como indicadores luminosos, frenos de disco y un revolucionario sistema de suspensión para mejorar la comodidad en ruta y la estabilidad en cualquier circunstancia.
Más tarde, en los 90, el Citröen ZX incorporó el servofreno, la dirección asistida, un eje trasero autodireccional y los frenos ABS. A finales de esa misma década, se añadieron elementos multimedia, GPS y control por voz con el Citröen Xsara. En los 2000 continuó la carrera tecnológica con un sistema de alerta de cambio involuntario de carril que hacía vibrar el asiento del conductor para alertarle. Esto fue en el modelo C4 de la misma marca, que en generaciones posteriores añadiría el dispositivo de ayuda a la salida en pendiente, el sistema de vigilancia de ángulo muerto, los faros antiniebla delanteros con iluminación estática en cruces y el control de tracción inteligente.
Es evidente que esta larga lista de mejoras no ha terminado. Otros fabricantes ya están desarrollando sistemas que hasta hace poco nos parecerían ciencia ficción, como la comunicación V2V de Mercedes-Benz, por la que los vehículos con acceso a internet podrán comunicarse entre sí o incluso con las propias vías por las que circulan. La obligatoriedad de algunos de estos dispositivos ya está programada en Europa a partir de 2022 con el ambicioso objetivo de reducir a cero la mortalidad en las carreteras de la UE.
Esa es, también, una de las razones por las que las marcas no pueden permitirse ninguna tregua si quieren seguir siendo competitivos en el mercado europeo. Todo apunta a un último escalón en el largo trayecto hacia la siniestralidad cero, que sería el coche 100% autónomo. Vehículo y carretera estarían diseñados para eliminar cualquier margen de error ante imprevistos o situaciones de peligro inminente.
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