Los “montajes” o “fotos trucadas” a base de técnicas manuales como la de superponer unos negativos fotográficos sobre otros existen desde tiempos analógicos, pero desde la irrupción de la Inteligencia Artificial, la manipulación de imágenes y voces se ha convertido en algo tan cotidiano como preocupante. Son los llamados Deepfakes, capaces de suplantar la identidad de una persona con facilidad y haciendo difícil distinguir lo verdadero de lo falso.
Se trata de una técnica de manipulación de imágenes a un nivel tan realista que podemos creer que vemos y escuchamos a una persona que conocemos personalmente, a gente que no existe o que murió hace décadas, o a líderes públicos haciendo y diciendo cosas que jamás hicieron o dijeron. Bien utilizada, la tecnología es inofensiva y puede abrir grandes oportunidades al mundo del cine, del marketing… Pero preocupa su práctica desde el momento en que la población no sepa si lo que ve y escucha es real o falso. Esto puede generar desinformación, incertidumbre, dañar la imagen de una persona e incluso afectar a la integridad y privacidad de las víctimas…
Ante esta realidad que avanza a gran velocidad, tenemos que aprender a identificar los Deepfakes, término que apareció por primera vez en el año 2017 y surge de la combinación de las palabras deep learning (aprendizaje profundo) y fake (falso), haciendo referencia a la creación de un contenido manipulado mediante tecnologías avanzadas de aprendizaje automático. Así pues, su significado literal es “ultrafalso”.
En la actualidad, podemos encontrar tres tipos de deepfakes: de voz, de vídeo y de imágenes. Respecto al primer tipo, el audio es el elemento manipulado: con esta tecnología se clona la voz de alguien a partir de muestras de audio y, con ella, se genera una voz sintética que suena igual a la original. En los deepfakes de vídeo se suele alterar o reemplazar la cara de una persona por otra para crear imágenes falsas de situaciones que nunca tuvieron lugar. Y, respecto a las imágenes, el uso es similar al del vídeo, pero sobre fotografías o imágenes estáticas creadas por la inteligencia artificial.
Es evidente que la IA permite crear vídeos manipulados muy realistas, que utilizan redes neuronales profundas para crear, alterar o sintetizar imágenes y sonido de forma artificial; sin embargo, aún es posible percibir ciertos detalles que revelan que un vídeo ha sido manipulado. Si algo parece demasiado extraño o perfecto para ser real, es importante ser escéptico y verificar la fuente del video o imagen (que sea de prestigio u oficial) antes de confiar en su autenticidad y caer en la tentación de hacerse eco de contenidos falsos, manipulados o de procedencia dudosa.
Estos son algunos sencillos trucos que pueden ayudar a detectar un deepfake:
1.- Fíjate en los movimientos de los ojos y la boca
Los deepfakes suelen fallar en el parpadeo natural o en sincronizar los movimientos de la boca con el audio. En un vídeo manipulado, la persona alterada artificialmente parpadea menos, la mirada la tiene algo perdida, le cuesta acompañar la mirada con el movimiento natural del cuerpo humano y el movimiento de los labios suele ser también extraño. En la boca suelen tener falta de definición los dientes, lengua e interior de la boca.
2.- Examina los bordes del rostro y el cabello
Las uniones entre la piel y el fondo o el cabello pueden aparecer borrosas, mal recortadas o pixeladas, especialmente en movimiento. Esto es aún más evidente en áreas complejas como el contorno del cabello, donde suelen faltar detalles finos o los bordes se ven demasiado uniformes. También es común notar parches extraños en el color o texturas que no coinciden con el resto del rostro, lo que puede delatar un deepfake mal realizado.
3.- Observa las expresiones faciales
Las emociones en un deepfake pueden ser exageradas o parecer “forzadas”. Si los gestos parecen rígidos o artificiales, podría ser un indicio. Para entrenar una IA destinada a generar un deepfake, por lo general se necesitan imágenes claras y nítidas de los rostros, sin desenfoques de movimiento o de cambios de expresión. Es por eso que, la mayoría de los vídeos manipulados suelen ser vídeos frontales, con planos más bien fijos, con la persona más o menos quieta.
4.- Presta atención al audio y su sincronización
A menudo, los deepfakes tienen problemas para alinear el audio con los movimientos faciales, o la voz puede sonar robótica o poco natural.
5.- Busca inconsistencias en la iluminación
La iluminación en un deepfake puede parecer incoherente: sombras mal colocadas, reflejos inexistentes o partes del rostro iluminadas de forma inusual.
6.- Usa herramientas de detección
Por último, ya hay herramientas gratuitas y accesibles, como Deepware Scanner o Reality Defender, que pueden ayudarte a analizar vídeos y detectar si son deepfakes.
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