Que el hilo de cobre es ya cosa del pasado es una evidencia, pero es que la fibra óptica, tal y como la conocemos hoy en día, está también a punto de pasar a mejor vida. La diferencia entre la fibra óptica tradicional y esta evolución bautizada como “Hollow Core” está en el medio por el que viaja la luz y, en consecuencia, los datos.
Los cables de fibra óptica convencionales se componen de tres partes: “Core” o núcleo, revestimiento y “Buffer”. El “Buffer” es una capa, generalmente de un material plástico llamado acrilato, que protege el interior del cable de los posibles daños causados por impactos externos. Es la coraza de la fibra. El revestimiento, normalmente de sílice y fluoruro, es una capa intermedia que tiene un índice de refracción bajo. Su función es ayudar a reflejar el haz de luz que viaja por el núcleo procedente de los transmisores láser, evitando pérdidas. Por último, el núcleo, es el verdadero transmisor de los datos en forma de luz. Está hecho de vidrio o, en algunos casos, de plástico y tienen un diámetro de entre 50 y 125 micras. Los de vidrio pueden transmitir la información a distancias más largas y son más duraderos, pero también más caros de fabricar, más delicados y menos flexibles que los de plástico.
Pues bien, el gran salto en el futuro de las comunicaciones que representa la fibra “Hollow Core” está precisamente en su núcleo y es que, como su propio nombre indica, se trata de cables de núcleo hueco. La luz, en lugar de desplazarse a través de un material sólido, como es el vidrio, lo hace por un canal de aire rodeado de un anillo de vidrio. Así, la velocidad de la señal se mantiene muy cerca de la velocidad final de la luz, reduciendo la latencia hasta valores prácticamente indetectables.
Las aplicaciones de esta nueva tecnología de transmisión de datos, con la que ya están haciendo ensayos reales varias empresas, van desde las redes 5G hasta las comunicaciones “ultraseguras” que manejan información especialmente sensible, como aeropuertos y otras infraestructuras críticas, transacciones bancarias, datos médicos o distribución de claves cuánticas (QKD). Es precisamente la comunicación cuántica la más indicada para preservar la seguridad de las transmisiones por lo difícil que es de rastrear y piratear, pero necesita un canal tan eficaz como la fibra óptica y, todavía mejor, la “Hollow Core”.
En cuanto a su eficacia para mejorar el rendimiento de las redes 5G, la explicación está en que estas redes dependen de un cableado que conecte las antenas a la red troncal. Con la fibra óptica convencional, que es la contemplada en el actual plan de despliegue de las redes 5G, la densidad de antenas necesaria es muy elevada para poder dar una cobertura a baja latencia y velocidades altas. Sin embrago, con la fibra de núcleo hueco, las antenas podrían alejarse unas de otras, abaratando costes, ampliando cobertura y acortando plazos de instalación.
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