Alexa es el asistente virtual lanzado por Amazon en noviembre de 2014. Con el paso del tiempo y sus constantes actualizaciones, ha logrado convertirse en el favorito de millones de personas en todo el mundo. Fue el más utilizado en España en 2021, con un 48,7% de los usuarios totales de este tipo de herramientas, por delante del Asistente de Google, que abarcó el 45,1%, y de Siri, con el 31,7%, según datos publicados en Statista.

Los asistentes virtuales están programados para ayudarnos en el día a día, pero son tantas las funcionalidades que van integrando, que resulta imposible conocerlas todas. Pero sí hay peticiones que, desconocidas, nos pueden resultar muy útiles. A continuación, te enseñamos varias funcionalidades que quizás no conocías.

La primera de ellas te ayudará a evitar sustos, ya que Alexa, como asistente de voz, es capaz de reconocer los sonidos que se producen en tu vivienda. Con la función Water Running, puedes configurar el asistente para que te avise si detecta algún sonido provocado por el agua. Con esta configuración, si nos dejamos algún grifo abierto o hay una fuga de agua en casa, Alexa nos puede avisar.

De manera similar, existe otra función para avisarnos a partir de sonidos en el hogar. Con Appiance Beeping, nos alertará cada vez que escuche que ha terminado su tarea un electrodoméstico. Como cuando termina la lavadora o el lavaplatos emite un sonido, el asistente puede identificarlo y hacértelo saber.

Este dispositivo también está preparado para ayudarte a sentirte mejor. Si quieres hacer ejercicio en casa, existen múltiples ‘skills’ con las que seguir un plan de entrenamiento, desde niveles iniciales hasta avanzados. Por ejemplo, podemos pedir a Alexa un plan de entrenamiento intenso de solo 7 minutos de duración, o bien acudir a Mi entrenador personal, que ofrece un entrenamiento guiado adaptado a tu forma física.

Pero no todo es ocio o domótica: también existen configuraciones en Alexa enfocadas al aprendizaje, tales como Inglés con Oxford (skill oficial de esa Universidad). Esta skill ayuda a aprender el idioma desde el nivel A1 a B2. O también, para los más pequeños, Cálculo mental con SM, desarrollada por la editorial, ayuda a los estudiantes de primaria a practicar operaciones de suma básicas mediante un juego.

Como apuntábamos, estas funcionalidades se suman a una larga lista de servicios que Alexa nos brinda gracias a los dos elementos fundamentales que hacen posible sus capacidades. Por una parte, están los comandos de voz integrados. Esta tecnología se ha ido perfeccionando con los años en todos los asistentes inteligentes y se ha llegado a un punto en el que los altavoces “comprenden” prácticamente cualquier orden, pregunta o petición.

Por otro lado, Alexa dispone de las llamadas “Skills”, que son aplicaciones de terceros desarrolladas para funciones específicas. Muchas de estas herramientas vienen preinstaladas en los altavoces inteligentes Echo y otras muchas se pueden añadir a través de la tienda de Amazon Alexa para dispositivos móviles.

Los temas de las “Skills” son muy variados y se dividen en categorías como educación, juegos, salud, productividad, compras, deportes, etc. Para acceder a ellas hay que descargar e instalar la aplicación Amazon Alexa, que está disponible de manera gratuita tanto para Android como para iPhone. Con las credenciales del perfil de Amazon se inicia sesión en la app y, una vez dentro, se pulsa sobre el icono de las tres líneas que despliega un menú lateral. Una de las opciones de este menú es “Skills y juegos”, desde donde se visualizan tres apartados: Descubrir, Categorías y Mis Skills.

Tanto las “Skills” destacadas que aparecen en el apartado “Descubrir” como las que están en las diferentes categorías, tienen un acceso a la ficha técnica de cada una con una breve descripción de sus utilidades y de los comandos de voz que utilizan. Para instalar una “Skill”, solo hay que pulsar en el botón “Activar” y la tendrás disponible para todos los dispositivos inteligentes asociados a tu cuenta de Amazon.

Se espera que para 2024 haya más de 8.400 millones de asistentes virtuales conectados en el mundo. El doble de los que se contabilizaban en 2020 y más que seres humanos en la Tierra. Son datos de un estudio elaborado por Juniper Research que reflejan cómo estas herramientas han supuesto una de las grandes revoluciones tecnológicas de los últimos tiempos. Desde los primeros “chatbots” capaces de simular una conversación a través de la inteligencia artificial hasta hoy, han pasado muchas cosas y se han superado muchas barreras. Ahora, los asistentes virtuales cumplen la misión para la que fueron diseñados y que está implícita en su nombre: asistir a las personas para facilitar ciertas tareas de mayor o menor complejidad sin tener que teclear ante una pantalla. El éxito es de tal magnitud que ya tienen hasta su día mundial, el 21 de mayo.

La tecnología de un Asistente Virtual (AV) debe incluir un procesador de lenguaje con una interfaz de conversación. Además, para que funcionen de manera autónoma, es fundamental que puedan aprender mediante “machine learning” y “deep learning”. Gracias a la IA, los desarrolladores ya obtienen asistentes muy capaces integrados en dispositivos domésticos cada vez más económicos, al alcance de casi todos los bolsillos. Tanto Siri, de Apple, como Alexa o Cortana, de Amazon y Microsoft respectivamente, así como el Asistente de Google, reconocen comandos de voz, pueden activar alertas o crear recordatorios y dar respuesta a preguntas cada vez más complejas realizando búsquedas instantáneas en internet. Alexa ya es incluso capaz de detectar el estado emocional de las personas por el tono de su voz, gracias a un desarrollo creado por una startup española.

Esta proliferación de asistentes virtuales de uso doméstico es una tendencia que no parece dispuesta a invertirse y que nos lleva a pensar en los efectos sociológicos y psicológicos que implica. Nos referimos, por un lado, a la manera en que los usuarios interactúan con estos dispositivos según la edad o el sexo y, por otro, a si ello afecta a las relaciones entre las personas. Según un estudio desarrollado por el Pew Research Centre en Estados Unidos, la relación entre humano y máquina se parece más a una relación interpersonal que a lo que realmente es. Prueba de ello es que el 54% de los encuestados afirman pedir las cosas “por favor” al asistente, al menos ocasionalmente. Por sexos, encontramos que el 62% de las mujeres y el 45% de los hombres utilizan el “por favor”. También hay diferencias por edades. Mientras los más jóvenes, que han crecido ya en un entorno muy tecnológico, se comunican con la IA sin rodeos ni fórmulas de cortesía, los mayores demuestran su inexperiencia al humanizar en exceso las conversaciones con el altavoz inteligente.

Según los expertos, el problema aparece cuando un modelo de mensaje válido para comunicarse con un asistente virtual, es decir, carente de emociones o empatía, se traslada a las relaciones interpersonales. Esto ocurriría si los niños no aprenden a diferenciar entre un asistente virtual y, por ejemplo, un operador de carne y hueso que te atiende en un servicio telefónico. Este tipo de confusiones podrían ser cada vez más frecuentes, a medida que la tecnología evolucione y las voces de los asistentes se hagan más variadas y ricas en matices emocionales.

El paso siguiente, y para el que las próximas generaciones deberán estar preparadas, está en el envoltorio. Cuando el asistente virtual, además de mantener una conversación, deje de ser una esfera o un cilindro y tenga aspecto de ser humano.