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Argentina y el Nobel de Economía

Publicado por Ignacio Dolz de Espejo | 18 de octubre de 2024

El Premio Nobel de Economía de 2024 acaba de ser concedido a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson en reconocimiento a su análisis de las instituciones económicas y políticas y su impacto en el desarrollo y el crecimiento económico de los países. Su tesis es que las instituciones inclusivas o extractivas pueden determinar el bienestar económico y político a largo plazo. En este documento vamos a resumir brevemente sus ideas y aplicarlas al caso de Argentina a lo largo de su historia. Concluimos que, con el mero punto de vista de la economía y aparcando la óptica política, si las reformas de Milei tienen éxito, Argentina podría transformarse en un ejemplo de economía inclusiva y progresar de manera acelerada.

Instituciones inclusivas vs extractivas

Su idea principal consiste en que las instituciones son el principal motor del desarrollo económico y político. En su obra más influyente, 'Por qué fracasan los países’, Acemoglu y Robinson argumentan que el éxito o fracaso económico de las naciones se debe principalmente a las instituciones que estas sociedades han creado y no a factores geográficos, culturales o religiosos. Dividen las instituciones en:

Inclusivas: aquellas que permiten la participación económica y política de gran parte de la población. Por ejemplo, aquellas que promueven la propiedad privada, el acceso a mercados, y ofrecen incentivos para la innovación y la inversión. Es clave que permitan el desarrollo de un Estado de derecho y que la propiedad privada sea protegida.

Estas instituciones crean un ciclo virtuoso de crecimiento económico sostenido, donde el poder político está distribuido y las elites económicas no pueden monopolizar los recursos. Algunos ejemplos serían EE. UU., Gran Bretaña o Canadá.

Exclusivas: las instituciones extractivas serían aquellas diseñadas para extraer riqueza de una parte de la población en beneficio de una élite pequeña. Concentran el poder económico y político en unas pocas manos, impidiendo que el grueso de la población participe en actividades productivas o acceda a los beneficios del crecimiento. Normalmente, el Estado de derecho está debilitado: dado que las élites extractivas controlan los recursos y el poder, cualquier amenaza a su dominio suele ser contrarrestada por políticas que restringen la competencia o promueven el monopolio. Además, la falta de incentivos para la mayoría de la población lleva a una baja innovación, bajos niveles de inversión y, en muchos casos, corrupción generalizada. Algunos ejemplos a lo largo de la historia serían las “empresas coloniales”, o las actuales Corea del Norte o Venezuela.

Con el mero punto de vista de la economía y aparcando la óptica política analizamos la evolución de Argentina desde una economía inclusiva en el siglo XIX hasta el modelo de economía extractiva. Y en la fase actual, si las reformas de Milei tienen éxito, podría volver a transformarse en un ejemplo de economía inclusiva y progresar de manera acelerada.

Con el mero punto de vista de la economía y aparcando la óptica política, si las reformas de Milei tienen éxito, Argentina podría transformarse en un ejemplo de economía inclusiva y progresar de manera acelerada.

Argentina fue una de las economías más fuertes a fines del siglo XIX y principios del XX. Con abundantes recursos naturales, buena tierra y una posición geográfica estratégica basaba su modelo de crecimiento en la exportación de productos agrícolas, especialmente carne y grano. Experimentó un gran crecimiento económico y atrajo una considerable inmigración europea. En ese momento, Argentina era vista como una potencia al nivel de EE.UU. y Canadá.

A lo largo del siglo XX comenzó a experimentar una serie de crisis económicas, marcadas por políticas inestables, nacionalizaciones, golpes militares y crisis financieras recurrentes. Tras la Gran Depresión de 1930, adoptó políticas más intervencionistas, rompiendo con su modelo de libre mercado. El Peronismo, a partir de la década de 1940, con políticas de redistribución de la riqueza, controles de precios, subsidios y expansión del gasto público intentaba mejorar la equidad social, pero fomentó la aparición de instituciones extractivas: las élites políticas y sindicales capturaron el poder, y las reformas se orientaron a favorecer a grupos específicos, lo que llevó a un deterioro de la productividad y una mayor dependencia del Estado. La corrupción, el clientelismo y la inestabilidad política generaron un ambiente poco propicio para la inversión y el desarrollo económico sostenible. Argentina tiene hoy una economía estancada, con una crisis de deuda, alta inflación, y una estructura productiva debilitada.

Con la llegada de Javier Milei a la presidencia en 2023, muchos nos preguntamos si Argentina podría estar ante una transformación radical en su modelo económico.

Milei ha promovido una agenda basada en el liberalismo económico y ha prometido desmantelar muchas de las instituciones extractivas que han marcado la política económica del país durante décadas. Entre sus principales propuestas destacan la reducción del tamaño del Estado, la eliminación de regulaciones excesivas, la apertura del comercio y la atracción de inversiones extranjeras. Estas medidas buscan romper con el ciclo extractivo en el que Argentina se ha visto atrapada y fomentar un entorno más inclusivo donde los ciudadanos tengan mayores oportunidades para participar en la economía. La descentralización del poder económico y la promoción de un mercado libre podrían, en teoría, crear un ciclo virtuoso de crecimiento. Pero el éxito de Milei no está garantizado; implementar cambios tan profundos en un país con una larga tradición de intervención estatal es muy complicado. La resistencia de las élites y de parte de la población podría dificultar la transición. Además, estabilizar la economía tras grandes recortes y al mismo tiempo controlar la inflación y reducir la deuda externa son retos dificilísimos.

Por ahora, gracias a la reducción del gasto y a dejar de intervenir en la divisa, han conseguido reducir la prima de riesgo, tener superávit fiscal y reducir la inflación hasta el 3,5%. A cambio, las medidas de ajuste están teniendo un fuerte impacto sobre la población y han sido recibidas con protestas.

Los tres nuevos Premios Nobel argumentan que los cambios paulatinos suelen funcionar mucho mejor que los súbitos, que siempre encuentran una fuerte oposición. Sólo el tiempo nos sacará de dudas.

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